27 oct 2014

Riocueva 2014, episodio 7 (y medio): un poco de arqueología

Entre tanta resaca mediática, tanta topografía y tanta fotogrametría el domingo hubo algo de tiempo para las tareas más habituales de nuestro trabajo cotidiano en Riocueva: excavar y cribar. Helena a retornado ya de su periplo sureño y hemos vuelto a contar con la participación de Marta y Leticia, que parece que le han cogido cariño a la cueva. Hacía tiempo que no había tanta gente a la vez en la cueva y seguro que nunca habíamos hecho tantas cosas distintas de forma simultánea. Suena a tópico, pero nuestra querida gruta parecía una verbena. Esperamos no haber perturbado en exceso el descanso del murciélago que ha elegido la galería de Riocueva para sestear estos días. Ha sido el segundo avistamiento de Rhinolophus hipposideros en lo que llevamos de campaña y esta vez sí ha habido foto.

El murciélago de Riocueva
Como seguimos con buen tiempo, hemos aprovechado para sacar adelante el trabajo de criba. Nunca se sabe cuándo van a regresar las lluvias y cuanto más tengamos hecho, mejor. Ver el vestíbulo colapsado de bolsas esperando a pasar por el tamiz produce bastante desasosiego. Aunque es una tarea un tanto tediosa, alguien tiene que hacer y el director suele ser el primero en apuntarse. Sobre todo para ratificar que «excavamos muy bien», ya que la criba suele ser bastante improductiva. La parte buena es que cada fragmento de cerámica, cada hueso humano «despistado» o cada semilla carbonizada que aparece es motivo de alegría. Marta ha debutado en la criba y después la ha relevado Leticia, que no quería irse de Riocueva sin menear un poco el cedazo. Con tesón, han conseguido rebajar a la mitad el número de bolsas pendiente. Con otro empujón, problema resuelto.

Marta iniciándose en el noble arte de la criba
La excavación se ha centrado en el Sondeo 2, la única zona de excavación abierta en la actualidad. Parecía que lo que quedaba iba a ser pan comido, ya que en la parte sur de la ampliación apenas había unos centímetros de tierra y la cosa fue rápido, pero junto a la pared norte la cosa cambia. La actividad de «nuestros amigos los tejones» ha sido bastante intensa y eso provoca, como en otros lugares, que la cantidad de tierra aumente. Por lo general, la zona de madriguera o de «autopista tejonera» tiene el triple de potencia, o algo más, que la zona en la que el suelo de la cueva no ha sido alterado por los pérfidos animales excavadores, alguno de los cuales posiblemente se dejó la vida en ello, como evidencian algunos restos encontrados en conexión anatómica. Sin embargo, la destrucción del suelo suele compensarse con una mejor conservación de los huesos humanos, circunstancia que hace muy feliz a la antropóloga del equipo.

Helena y Leticia dando buena cuenta del Sondeo 2... bueno, de lo que queda
Excavando con cuidado la patita de un antiguo inquilino de la cueva
Lo más relevante de este Sondeo 2 es que aparece una cantidad importante de cerámica. Varios fragmentos del fondo, del borde y de la panza que podrían pertenecer a una misma vasija, todos muy cerca unos de otros. En caso de confirmarse, sería otra olla más que añadir a la media docena larga que hemos reconstruido, la mayor parte de ellas procedentes también de la misma zona central de la galería. Casi al final de la jornada se ha producido un hallazgo que ha eclipsado a la cerámica: una almeja. Sí, una concha de almeja de mediano tamaño es, por el momento, la primera pieza de malacofauna marina que aparece en la zona interior de la cueva, asociada al contexto funerario de época visigoda. Además, la concha tenía en su interior restos de carbón. De momento no podemos dar una interpretación precisa al hallazgo, pero sí nos informa, entre otras cosas, de que los que fueron enterrados en Riocueva formaban parte de una comunidad que tenía contactos con la costa, que está a unos 6 ó 7 km en línea recta. Y que les gustaba el marisco...

La almeja
Después de este intenso fin de semana, por motivos de agenda, dejamos a la cueva descansar unos días. Volveremos, atraídos por su irresistible magnetismo, a mediados de noviembre. Entonces ya, sí, para terminar con la excavación.

Un pequeño ataque de ego...

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