8 feb 2016

Conferencia-debate: El lábaro ¿un símbolo para Cantabria?

El próximo viernes 12 de febrero de 2016 tendrá lugar una interesante conferencia-debate sobre vexilología en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC) que abordará un tema de rabiosa actualidad en la región, el del reconocimiento oficial del lábaro como un icono representativo de Cantabria, bajo el título El lábaro ¿un símbolo para Cantabria? Nos parece una iniciativa estupenda por dos motivos. Por una lado, el MUPAC ha sabido reaccionar a tiempo y aprovechar que el debate está vivo para ofrecer un foro en el que se puedan expresar opiniones desde el punto de vista histórico sobre este asunto, partiendo de la exposición seria y rigurosa que aportan dos historiadores, buenos conocedores del tema en cuestión. Como reza su lema ,«Un museo sobre el pasado comprometido con el presente». Por otro, y desde una perspectiva un poco más doméstica, ambos investigadores tienen relación con este blog: José Ángel Hierro, co-creador y co-redactor desde su nacimiento en 2012 y Eduardo Peralta, amigo y colaborador ocasional. Además, se da la circunstancia de que ambos han tratado aquí, previamente, sobre los símbolos y enseñas de Cantabria. Sus opiniones han tenido cierto eco, pero seguro que a través del MUPAC, de esa conferencia-debate y de su difusión en los medios, los argumentos de ambos en torno a este tema tienen mucho más eco.


El artículo de Eduardo Peralta abordaba la relación entre lábaro actual y los signa militaria de época romana, con una revisión exhaustiva de las fuentes clásicas sobre las enseñas militares conocidas como Cantabrum y Labarum. La principal conclusión relacionada con el tema del debate es que «Ni el auténtico estandarte cántabro se llamaba Lábaro, ni hay evidencia de que llevase el emblema astral de las espléndidas estelas funerarias cantabrorromanas de Barros, Zurita o Lombera, ni lamentablemente sabemos de qué colores o forma era», cosa asumida desde hace ya tiempo por quienes defienden el uso del lábaro como enseña. Al mismo tiempo, llama la atención sobre otro aspecto relevante, que «sí puede defenderse, como se ha visto, es que en el ejército romano existió al menos desde el siglo II d.C. un estandarte militar de tela llamado cantabrum relacionable en su origen con las unidades auxiliares cántabras reclutadas por Roma». Estas y otras cuestiones de interés serán las que aborde en su intervención.

José Ángel Hierro ha abordado en sus investigaciones vexilológicas episodios más cercanos de la historia regional. En este blog ha tratado sobre los orígenes de la bandera oficial de Cantabria, poniendo de manifiesto que, por el momento, no hay ningún documento que confirme el uso de la bandera rojiblanca antes de su adjudicación como bandera de la Provincia Marítima de Santander en 1845. Además, El Diario Montañés ha recogido en su edición impresa hace poco más de una semana el artículo «El lábaro olvidado» en el que trata de los primeros intentos de recuperar como enseña el lábaro por parte de los eruditos vasco-cantabristas del siglo XVII y de cómo este símbolo –entendido entonces como un simple aspa– pasó a utilizarse en el ejército como distintivo del regimiento Cantabria desde el siglo XVIII. Una historia curiosa y poco conocida sobre la que aportará más detalles en el MUPAC.


Animamos a todos los lectores a que asistan a tan interesante conferencia-debate, sin duda la mejor manera de formarse una opinión a partir de los datos históricos relacionados con el tema del lábaro. Será una magnifica oportunidad para aprender, pero también para reflexionar sobre el significado, la representatividad o el origen de los símbolos regionales –oficiales y no oficiales– y sobre el concepto de «rigor histórico» aplicado a estas manifestaciones.


5 feb 2016

Riocueva 2015, sin mucho arte

El pasado domingo 22 de noviembre de 2015 hemos visitado de nuevo Riocueva, aunque esta vez lo hacíamos con un propósito distinto del habitual. La misión: revisar sus paredes en busca de evidencias de arte rupestre. Aunque por la cueva han pasado seguramente cientos de personas en los últimos 50 años y entre ellos algunos pares de ojos mucho más acostumbrados a ese tipo de manifestaciones que los nuestros, había dos motivos para dedicar aunque sólo fuese un rato a un último repaso. El primero, que nuestro colaborador Alfredo Prada había localizado en 2013 un disco rojo en las inmediaciones del Sondeo 4. Se lo hemos ido enseñando a todos los que saben algo de arte rupestre que han pasado después por la cueva y la opinión común es que tiene «buena pinta», de manera que había que tenerlo en cuenta. El segundo es que nuestro topógrafo Pablo Pérez había estado ocupando sus ratos de asueto aplicando filtros a las fotografías tomadas para realizar el levantamiento topográfico de la cueva y había localizado alguna que otra mancha «sospechosa». Dos buenas razones para volver a la cueva, sin duda...

Mancha de pigmento más conocida como «disco rojo» fotografiada en 2013 
Le dimos forma a un micro-proyecto que —esta vez sí— me tocó dirigir a mi, por aquello de cumplir con la normativa vigente, ya que el Proyecto Mauranus «de toda la vida» seguía en marcha en 2015. Aunque la excavación ha finalizado en 2014, continuamos con los estudios y análisis de materiales. Este año le ha tocado el turno a los carbones, ya habrá tiempo de contar cosas sobre los interesantísimos resultados. Como tampoco había mucho que rascar en esto del arte rupestre, le dedicamos un único día al trabajo de campo.

Verificando sobre el terreno la ubicación del «disco rojo»
Durante el otoño inusualmente cálido que hemos disfrutado en Cantabria, tuvimos la fortuna de elegir el único día del mes que llovió como en plena temporada de monzón asiático. No voy a profundizar en la hipótesis más verosímil, pero de todos es sabido que hay gente que atrae a los rayos. Está por comprobar que haya gente que atraiga a la lluvia... y aquí lo dejo. La visita fue una especie de «cita doble», nuestro topógrafo no pudo venir por la mala climatología —lo que en el entorno de Riocueva era lluvia, donde el estaba era una respetable nevada— y el equipo quedó reducido a los codirectores y sus respectivas. Helena a estas alturas podría estar empadronada en la cueva pero Amaya no había tenido oportunidad todavía ni siquiera de acercarse a la boca. Quizá se estaba reservando para la gloria del arte rupestre, un tema de más categoría que los contextos sepulcrales de época visigoda ¡dónde va a parar!

El equipo rastrea las paredes de Riocueva a la caza de más arte
Lo cierto es que íbamos más o menos «a tiro hecho», de revisar las paredes palmo a palmo ya se había encargado Pablo mediante las fotografías y la restitución 3D. Es lo que tiene la tecnología ¡la cantidad de cosas que puede hacer uno desde el sofá de casa! Sólo teníamos que revisar media docena de rincones en los que el todopoderoso y cuasi-milagroso filtro DStretch había detectado «cosas». Nos dejamos las pestañas un buen rato sin demasiado éxito. En algunos casos se trataba de cambios en la coloración natural de la roca y en otros las manifestaciones gráficas tenían un aspecto bastante poco prehistórico. La única «anomalía» que tiene auténtico aspecto de arte rupestre es el disco rojo de Alfredo. Sobre el resto preferimos mantener máxima prudencia. Un balance pobre... pero es nuestro balance.

El filtro DStrecht en acción sobre las paredes de Riocueva 
No somos especialistas en la materia, de modo que si a alguien le interesa el asunto y quiere continuar con la exploración de las paredes de la cueva en busca de nuevas evidencias gráficas, adelante. Le cedemos el testigo. Nosotros nos conformamos con poner nuestro «puntito» en este asunto, sin mayores aspiraciones.