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13 nov 2017

Nos vamos de congreso: In Rure 2017

Los próximos días 16 y 17 de noviembre tendrá lugar el segundo congreso internacional In Rure, organizado por el Ayuntamiento de Arroyomolinos (Madrid) y la Universidad Complutense. Si el año pasado el tema del encuentro fue la rentabilidad social de la puesta en valor de los yacimientos en el medio rural, éste le toca el turno al mundo de la muerte y de las prácticas funerarias en la Antigüedad y la Edad Media (el programa puede consultarse en este enlace).


El comité organizador del evento, formado por J. Salas Álvarez, J. Sánchez Velasco y P. Jiménez del Castillo, ha tenido a bien invitarnos a participar en él y, como no podía ser de otra manera, hemos aceptado gustosos (y agradecidos, por supuesto). Y así, los dos miembros del Proyecto Mauranus estaremos en el Seminario nº 12 de la Facultad de Geografía e Historia de la Complutense el día 16 por la tarde, con nuestros muertos cántabros tardoantiguos y altomedievales. A las 18:00 Enrique hablará de los "Espacios funerarios en Cantabria en el tránsito hacia la Edad Media" y, cerca de una hora después, le seguiré yo con la comunicación titulada "Enterramientos en cueva de época visigoda ¿Sepulturas atípicas?". Necrópolis y cuevas, juntas pero no revueltas. No será la primera vez que hagamos algo parecido (recuerdo aquella inolvidable barferencia, por ejemplo), aunque esta vez será algo más formal y por separado.


Creo que será una magnífica oportunidad para conocer, debatir y aprender (esas cosas que se hacen o al menos deberían hacerse en los congresos) sobre unos temas que nos apasionan. Y también, por qué no decirlo, para mostrar lo que hemos hecho hasta ahora (y seguimos haciendo) por aquí, en el marco de este proyecto de investigación sui generis, radicalmente independiente y completamente marginal en el sentido más estricto del término (porque realmente está situado en los márgenes de casi todo).

El congreso va a grabarse y los vídeos se colgarán en la red, así que los enlazaremos cuando estén disponibles. Por lo demás, sólo queda agradecer una vez más a los organizadores (especialmente a Jerónimo) su invitación a participar en este encuentro y tratar de estar a la altura. Pero eso ya será otra historia.

7 jun 2016

De congreso

Tal y como anunciamos días atrás, el Proyecto Mauranus ha estado presente en el Congreso Internacional de Cerámicas Altomedievales en Hispania y su entorno (s. V-VIII d. C.) celebrado en Zamora los días 1, 2 y 3 de junio de 2016. Estamos en plena temporada de presentación de resultados, en abril le tocó el turno a los carbones y las maderas de Riocueva y ahora llegaba el turno de la cerámica. Aunque para los lectores de este blog la cueva es ya un viejo conocido, la verdad es que el pertinaz retraso que sufren con frecuencia las publicaciones especializadas en el ámbito de la Arqueología o el embargo al que están sometidos sus contenidos provocan que los datos sobre Riocueva vayan llegando con cuentagotas a la comunidad científica. Por eso y porque Zamora está relativamente cerca y allí iban a estar muchos especialistas en Tardoantigüedad y Alta Edad Media, no podíamos dejar pasar la ocasión para dar a conocer los resultados de nuestras investigaciones. Además, ha sido la «puesta de largo» como colaboradora-firmante del Proyecto de Helena Paredes, quien además pudo hacer un hueco en su agenda para venir a Zamora.

Recién llegado a la sede del Congreso
Madrugón y 345 km de coche para llegar a la segunda jornada del congreso que se celebraba en las magníficas instalaciones del Campus de Zamora de la Universidad de Salamanca, la única de las tres a la que podíamos asistir. Nos perdimos las dos primeras comunicaciones programadas, pero llegamos a tiempo para escuchar a Raquel Martínez Peñín hablando sobre los conjuntos cerámicas de Braga y para asistir al debate de la sesión dedicada a Lusitania. Durante el descanso tuve oportunidad de charlar un rato con Claude Raynaud, uno de los arqueólogos que participado en la publicación, hace no mucho, de la fase altomedieval de Ruscino (Francia). Este enclave es uno de los mayor volumen de datos aporta sobre los últimos tiempos del reino visigodo en la Septimania y su registro material tiene algunos puntos en común con algunos yacimientos de Cantabria y su entorno. Aproveché para explicarle a grandes rasgos lo que estábamos encontrando en las cuevas de la región para compensar que no pudo quedarse a la sesión vespertina en la que estaba programada la comunicación sobre Riocueva. La sesión de la mañana se cerró con una síntesis sobre la Terra Sigillata Tardía Meridional expuesta por Margarita Orfila Pons (UGRA), otra sobre las cerámicas de los siglos VI-IX en la Francia mediterránea y una interesante comunicación sobre un taller de cerámica bizantina documentado en el monasterio de Qubbet El-Hawa en Asuán (Egipto) por Vicente Barba Colmenero (UJA). Con esta última exposición quedamos bastante impresionados, no sólo por la calidad de los materiales, tipos y decoraciones completamente extraños a quienes estamos más acostumbrados a la monótona cerámica norteña de época visigoda, sino también por un detalle bastante curioso: a falta de madera en los alrededores, los monjes alfareros habían alimentado sus hornos con momias, sarcófagos y demás materiales inflamables de época faraónica que sacaban de las tumbas sobre las que asentaron su monasterio.

Intervención de Claude Raynaud en el congreso (Foto: Zamora Protohistórica)
Aprovechamos bien el prolongado descanso para comer: cervecita, comida de trámite en el comedor universitario y visita rápida a Zamora. Un paseo desde el campus hasta la Catedral para ver su extraordinaria cúpula gallonada y varia iglesias románicas en el camino de ida y vuelta. Lo justo para distraerse antes del momento de nuestra participación. Hacía siete años que no pisaba Zamora y algunas cosas no las recordaba, así que ha servido de refresco de memoria, que siempre se agradece.
La catedral de Zamora, una joya del románico
La tarde estaba dedicada íntegramente a la sesión Cerámicas altomedievales en la Gallaecia y Norte de la Península Ibérica, en la que se integraba nuestra comunicación. Comenzó con una síntesis sobre la cerámica altomedieval en el noroeste peninsular presentada por José Avelino Gutiérrez (UO), con una exposición detallada y bien estructurada a modo de estado de la cuestión que derivó en una reflexión metodológica algo puntillosa y un tanto prescindible, que excedió innecesariamente el tiempo de su intervención. Lo curioso es que, hasta donde habíamos podido ver, todo el mundo había sido muy respetuoso con los tiempos asignados. Sobre todo porque eran algo superiores a los que se había establecido en las primeras circulares del congreso, cosa que es de agradecer. La sensación de que José Avelino no iba a terminar nunca se acrecentaba por un detalle: justo después le tocaba el turno a Riocueva. Con más de 15 minutos de retraso sobre el horario previsto me tocó subir a presentar «Ollas para los muertos. Cerámica de los siglos VII-VIII de la cueva de Riocueva (Cantabria)». Una descripción del yacimiento, una breve caracterización del contexto sepulcral, una descripción de los materiales cerámicos, unas conclusiones poniendo en relación la cerámica de Riocueva con la de otras cuevas de época visigoda de Cantabria y una reflexión final sobre la presencia de ollas de cocina, pero no de cerámica de mesa, en los contextos sepulcrales. En 20 minutos no se puede contar muchos más.
La portada de la presentación que acompañó a la comunicación
Fardando de los hallazgos Riocueva 
La cerámica fue la principal protagonista de la comunicación
Terminada nuestra intervención, tomó el relevo Francesca Grassi (UPV) para hablar sobre el valor de indicador social y político de los conjuntos de cerámica altomedieval de la Llanada Alavesa. Como no íbamos a poder quedarnos al debate de la sesión, programado para las 19:10, y Francesca Grassi tampoco, se abrió un turno de preguntas express que nadie quiso aprovechar. Será que Riocueva y su cerámica fueron tan magníficamente presentadas en nuestra comunicación que no quedaba lugar para las dudas... O que no le interesó a ninguno de los presentes, que también podría ser, pero no lo creo. O que estaban deseando que llegase el descanso que comenzaba ya. De hecho, al levantarse provisionalmente la sesión, se acercaron a saludarme y a plantearme dudas y sugerencias Alfonso Vigil-Escalera Guirado y Fernando Pérez Rodríguez-Aragón. Debe ser cosa de la exposición al público que había olvidado porque hacía mucho que no me dejaba caer por un congreso: hasta que no intervienes, no existes... o no te identifican. De hecho, con el primero quizá había coincidido alguna vez, pero al segundo no lo conocía en persona. Me quedé con las ganas de haber charlado con ambos más tiempo, pero había que regresar a tierras cántabras y son casi cuatro horas de coche. Apurando más allá del límite, todavía nos quedamos para escuchar la comunicación dedicada a los nuevos hallazgos de cerámica de los siglos VI-VII en Pamplona y para despedirnos de Juan Palomo, divulgador del patrimonio arqueológico de Los Pedroches a quien tampoco teníamos el placer de conocer en persona. En resumen, una incursión breve pero provechosa en el Congreso Internacional de Cerámicas Altomedievales en Hispania y su entorno (s. V-VIII d. C.) que nos dejó con ganas de más. Y, por supuesto, no nos podemos olvidar de la organización ¡buen trabajo! Pronto nos pondremos a trabajar en el texto de la comunicación para las actas y a esperar que se publiquen para poder repasar lo que nos hemos perdido por no haber podido dedicar más que unas horas a tan interesante cita.


9 ene 2016

La pérdida de las Hispanias (II)

Como anunciábamos en Junio del año pasado, entre los días 3 y 6 de Febrero tendrá lugar en Madrid el coloquio internacional "La Pérdida de las Hispanias: ideología poder y conflicto". Su programa definitivo es el siguiente:




Aunque todo su contenido es muy recomendable, me gustaría destacar la comunicación que presentarán el día 4, a las 10:40, de la mañana Leticia Tobalina y Alain Campo, titulada "La frecuentación de las cuevas en el Bajo Imperio, ¿lugares de refugio en periodos de inestabilidad?". Obviamente, por el tema que trata (el uso de las cuevas a inicios de la Tardoantigüedad), pero también (por qué no decirlo) porque Leticia es amiga y miembro del equipo de excavación de Riocueva. 


En primer plano, Leticia excavando en Riocueva en 2011


Hace pocos meses, ella, Alain Campo, Vincent Duménil y Benoit Pace han publicado un trabajo sobre un tema directamente relacionado con el de esa comunicación: el uso de las cuevas en época romana en Navarra. Y amenazan con seguir investigando ese mundo subterráneo tan apasionante como desagradecido, así que seguro que volveremos a tener (buenas) noticias suyas en breve. 

18 jun 2015

La pérdida de las Hispanias

Entre los días 3 y 5 de Febrero del año que viene (2016, para los muy despistados) se celebrará en Madrid el V Coloquio Internacional "Nuevas perspectivas sobre la Antigüedad Tardía", organizado por la asociación Barbaricvm. El encuentro, dirigido por Rosa Sanz Serrano y coordinado por Jerónimo Sánchez Velasco y David Álvarez Jiménez, llevará por título "La pérdida de las Hispanias. Ideología, poder y conflicto" y contará con la presencia de destacados especialistas europeos en la Tardoantigüedad.



Las entidades colaboradoras son, hasta el momento de redactar esta entrada, el Instituto Arqueológico Alemán, el departamento de Historia Antigua de la UNED, el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados (Sección de Arqueología), el Proyecto "Romanitas Principium" y el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona. Y el plazo para la presentación de comunicaciones y pósteres finaliza el 1 de Octubre. 

En unos meses actualizaremos la noticia. Mientras, en este enlace (al blog del coloquio) puede consultarse toda la información disponible.

4 ago 2014

Ecos de la Ciudad Eterna, 1: Museo Nazionale dell'Alto Medioevo

La verdad es que tenía pendiente una visita a Roma pero aún no había encontrado el momento oportuno. Finalmente, este año mi esposa que ha «obligado» a pasar una semana en la Città Eterna y no me ha quedado más remedio que exprimir al máximo el tiempo para visitar tantos monumentos, yacimientos y museos como he podido. Y no han sido pocos. Todo o casi todo lo que llevaba en la lista...

Uno de los lugares que no podía perderme era el Museo Nazionale dell'Alto Medioevo. Por muchas razones, desde las más obvias, hasta las oportunistas. Todavía resuenan los ecos del anuncio del cierre de este museo que recogía la prensa hace unos meses y de la oposición planteada por los arqueólogos medievalistas. Por cierto, se siguen reuniendo apoyos para evitar la desaparición de esta singular instalación. No tengo muy claro en qué habrá acabado la cosa, pero el día que visité el museo había allí una reunión de trabajo en la que aparentemente se trataba la renovación del mismo. No sé en qué acabará la cosa pero lo cierto es que las colecciones actuales merecen seguir estando al alcance de los visitantes, sea aquí o sea en otra sede.

Preparado para entrar en el museo
Reconozco que antes de llegar al museo no tenía mucha idea de cómo era ni de qué contenía exactamente. Ni siquiera tenía muy claro dónde estaba. Me gusta sorprenderme y descubrir cuando visito un lugar desconocido. Sé que a veces me pierdo cosas por no «prepararme», pero sigo disfrutando mucho más así. Lo primero que me sorprendió fue que esperaba una sede un poco más... no sé cómo decirlo... «señorial». Pero resulta que el museo no son más que media docena de salas no muy grandes en la primera planta de un edificio de oficinas en el barrio de EUR. Nada de arquitectura de vanguardia, más bien sobriedad mussoliniana. Tampoco la necesita, aquí importa el contenido. El inicio de la exposición desconcierta un poco. Una vitrina con una fíbula de oro y nada más. Lo primero que pensé fue que si se podían permitir una vitrina por pieza la cosa prometía y el museo sería enorme, pero en seguida me di cuenta de que no era así. Enseguida comenzaron a aparecer vitrinas repletas de objetos y pronto dejó de haber vitrinas. Una museografía clásica, obsoleta a los ojos de quienes han contemplado espacios expositivos más modernos, pero adecuada para lo que quería contar en su tiempo.

Fíbula del Palatino, del siglo V
El esquema de la exposición es sencillo. El recorrido se inicia con una pequeña sala dedicada a la época tardorromana. Las dos siguientes salas están dedicadas a las necrópolis longobardas de Nocera Umbra y Castel Trosino, las salas IV y V a la decoración escultórica de diferentes iglesias de Roma y la región del Lazio y las salas VI y VII a los asentamientos medievales rurales del entorno de Roma. La propuesta se completa con una salita en la que se conservan tejidos coptos y un último espacio en el que se ha reconstruido una espectacular estancia decorada con opus sectile procedente de Porta Marina. Como es muy posible que pronto el montaje actual haya cambiado o desaparecido, he seleccionado unas cuantas fotos para hacerse una idea de las maravillas que exhibe este museo.

Vitrina central de la sala dedicada a la necrópolis de Nocera Umbra
Cuernos de vidrio de la necrópolis de Nocera Umbra
Cerámica longobarda de la necrópolis de Nocera Umbra
Espadas con decoración de oro en la empuñadura de la necrópolis de Nocera Umbra
Detalle de la empuñadura y otros objetos de oro de la necrópolis de Nocera Umbra
Bote de marfil con escena del Antiguo Testamento de la necrópolis de Nocera Umbra
Par de fíbulas de arco de la necrópolis de Nocera Umbra
Collar y fíbula de arco de la necrópolis de Nocera Umbra
Guarniciones de cinturón damasquinadas de la necrópolis de Nocera Umbra
Cruz longobarda en lámina de oro
Ornamentación áurea de un sax de la necrópolis de Castel Trosino
Par de espuelas decoradas de la necrópolis de Castel Trosino
Par de fíbulas de arco de la necrópolis de Castel Trosino
Fíbula cruciforme de plata con inscripción de la necrópolis de Castel Trosino
Anillo de plata posiblemente usado como alianza de la necrópolis de Castel Trosino
Boca de pozo de Porto (Roma)
Plaza decorada de Ara Coeli (Roma)
Sala de los tejidos coptos
Mosaico de época carolingia de Santa Rufina
Reconstrucción del aula de Porta Marina decorada con opus sectile
Detalle del opus sectile de Porta Marina
No sé si las fotos hacen justicia pero sólo los objetos de las necrópolis de Nocera Umbra y Castel Trosino hacen que la visita al museo merezca la pena. Son espectaculares, de una riqueza sorprendente y de una calidad en la factura que incita a recrearse en los detalles. Reconozco que no me impresionaba tanto con una colección desde que visité la sala altomedieval de British Museum de Londres. Y no sólo yo me quedaba boquiabierto vitrina tras vitrina. A Helena, que me acompañaba, también le fascinó el «desfile» de fíbulas, collares, broche de cinturón, armas, copas y cuernos de vidrio, anillos, pendientes, apliques... Mucho oro, mucha plata, piedras preciosas, todo tipo de objetos suntuarios y hasta ¡estructuras de sillas plegables! con decoración damasquinada. La verdad es que el refinamiento de los artesanos longobardos atrapa.

Hechizada por el lujo longobardo
Más allá de la fascinación que me ha producido este pequeño museo, que sólo con el nombre ya me tenía ganado para su causa, la visita me ha permitido formarme una opinión sobre la polémica que lo ha envuelto en los últimos tiempos. Evidentemente, por muy espectaculares que sean los objetos que exhibe, el museo no puede ocultar que sigue siendo demasiado parecido a cuando abrió en 1967. Desde entonces se han producido «algunos cambios» tanto en la manera de contar la Historia de la Antigüedad Tardía y de la Alta Edad Media, como en el campo de la museografía. ¿Necesita una profunda reforma? Desde luego que sí. El riesgo es que la reforma se demore y los espectaculares objetos que hoy se pueden ver en esas viejas vitrinas acaben olvidados en un almacén. La oferta expositiva y cultural de Roma es tan grande, y el museo está tan lejos del «núcleo central» de la Città turística que nadie se daría cuenta de lo que se ha perdido. Nadie que no lo conozca...

18 may 2014

Día Internacional de los Museos (2014)

Un año más, nos unimos desde este blog a la celebración del Día Internacional de los Museos, como ya hicimos en 2012 y en 2013. Precisamente hace 365 días despedimos la entrada dedicada a esa jornada conmemorativa con el deseo de poder hablar en 2014 sobre el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC), que por entonces estaba cerrado y en obras. En ese momento quedaban sólo un par de meses para poder visitar la nueva exposición permanente, a cuya inauguración asistimos. Hoy ya han pasado por allí más de 20.000 personas.


Seguro que algunos lectores asiduos de estas páginas han visitado ya el MUPAC en estos meses y conocen ya lo que vamos a mostrar aquí, pero como lo prometido es deuda, toca hacer un breve repaso (crítico) a los espacios, vitrinas y recursos que se han dedicado en la exposición a la Tardoantigüedad y a la Edad Media de Cantabria. En general, la propuesta museológica de este periodo supone una importante innovación en comparación con el antiguo Museo, sobre todo porque una parte importante de las piezas expuestas son hallazgos más o menos recientes. No obstante, hay algunas herencias del pasado de las que no ha habido forma de librarse.

Acceso a la sala dedicada la Tardoantigüedad y la Edad Media
El espacio dedicado a estos periodos es la última sala del recorrido, a la que se llega transitando por un suelo que imita el empedrado de una «calzada romana», flanqueada por varias estelas funerarias y aras votivas de época romana. Y es precisamente eso lo que encontramos en primer lugar expuesto en esa última sala, en la parte izquierda: estelas. La famosa estela de Teudesinde, de la que ya hemos hablado aquí, una de las estelas epigráficas de Espinilla, que también han tenido hueco en este blog,  y varias estelas discoideas. Reconozco que tengo debilidad por una de ellas: la de Respalacios, porque apareció en una excavación en la que colaboré, pero en cualquier caso, la selección hecha es adecuada.

Estela de Espinilla con la inscripción «Lupini»
Estelas discoideas medievales
Menos adecuado es el contenido de lo que acompaña a las estelas, un sarcófago en cuyo interior se ha reconstruido un esqueleto con huesos de diversas procedencia, mezclando restos óseos de hombre y mujer. El descuido alcanza también a la colocación de los huesos, algunos de ellos en una posición que no le corresponde en la anatomía humana, y como no había hueco para los pies... ¡no están! Por si no fuera poco afortunada la «recreación», se ha colocado junto al cráneo un cuenco de cerámica, reconstruyendo un hallazgo no contrastado del que sólo tenemos noticias verbales. Este singular «montaje» ya estaba en la anterior exposición permanente del MUPAC y es de suponer que se ha dejado tal cual por pura nostalgia. Sería la única justificación y, siendo así, encontraría acomodo en una sala dedicada a la historia del Museo. Pero no aquí.

El esqueleto del sarcófago
Un detalle de su peculiar anatomía
Para completar esta unidad temática dedicada a la arqueología funeraria se han incorporado en el último momento, muy acertadamente, las tres vasijas incensario halladas recientemente en Santa María de la Asunción de Castro Urdiales. Unas piezas únicas en la península Ibérica por su función y su contexto, que merecen, sin duda, el hueco que se les ha hecho en esta sala.

Vasijas incensario de Santa María de la Asunción (Castro Urdiales)
En el centro de la sala se ha colocado, en una vitrina a ras de suelo, otro objeto destacado del repertorio altomedieval regional: la cubierta de sarcófago de Bárcena de Ebro, con su inscripción fechada en el siglo IX. La luz rasante ayuda a leer la inscripción, aunque hay que agacharse para verla mejor. 

Cubierta de sarcófago de Bárcena de Ebro
El resto de los elementos expuestos se reparten en tres grandes bloques: uno que recoge objetos metálicos diversos, desde anillos y monedas, hasta armas y herramientas; otro con vasijas de cerámica; y otro «misceláneo» en el que se combinan broches de cinturón de época visigoda, la gran vasija de almacenamiento de Los Hornucos, elementos arquitectónicos prerrománicos, el laberinto de Arcera, cuyo único vínculo con el periodo es que apareció reutilizado como sillar en una iglesia, pero del que no se sabe mucho más, y un depósito de herramientas plenomedievales hallado recientemente en Santa Marina (Valdeolea). 

Vista general de la sala «medieval» del MUPAC
Detalle del depósito de herramientas de Santa Marina
En las vitrinas dedicadas a los objetos metálicos está «nuestro querido» anillo de Riocueva, junto al que nos fotografiamos cual cazadores con su presa el día de la inauguración, y los anillos con inscripción de Santa María de Hito. Muchos viejos conocidos de este blog, desde luego. Justo al lado se exhibe el espectacular tesorillo de Ambojo, protagonista de una de las historias más estrambóticas de la arquelogía regional. En otra vitrina se mezclan armas y herramientas de diferentes épocas sin mucho criterio, e incluso un gancho de huso de hierro se interpreta como una punta de proyectil de ballesta. Que pase en un museo de Bilbao se entiende, pero que suceda tan cerca de quienes interpretaron como tal esa y otras piezas extraña un poco más. Completa el conjunto una vitrina dedicada a la «vida caballeresca», tema ilustrado con los espectaculares acicates dorados de San Martín de Elines, pertenecientes a tres caballeros de los siglos XII-XIII que se hicieron enterrar con estos indicadores indiscutibles de su condición social, y con una punta de lanza de caza mayor sobre la que hemos hablado hace algún tiempo.

Vitrinas «metaleras» con los anillos en primer plano
Monedas de plata del tesorillo de Ambojo (Pedreña)
Acicates dorados de San Martín de Elines
La cerámica se ha colocado conforme a su cronología, separada en tres secciones: una tardoantigua, otra altomedieval y otra bajomedieval. Es una selección de los ejemplares más característicos y mejor conservados de cada periodo en la que no faltan la olla de Portillo del Arenal, la sitra de La Esperanza o las jarras de boca cuadrada del alfar de Santillana. Muchas de las vasijas proceden de cuevas, aunque el contexto del hallazgo parece un elemento de interés menor para explicar los objetos expuestos. El diseño de la vitrina quizá no es el más adecuado, sobre todo porque hay que agacharse para ver el piso más bajo y medir más de 1,80 m para poder apreciar bien el superior, pero el conjunto sirve para hacerse una idea de las características generales de la producción cerámica regional durante diez largos siglos.

Vasijas de cerámica medieval
Un detalle de la sitra de la cueva de La Esperanza
Del otro conjunto, del «misceláneo», lo más relevante sin duda son los broches de cinturón de época visigoda, de algunos de los cuales ya se ha hablado aquí, como el broche damasquinado de la cueva de La Garma o la colección de broches de la cueva de Las Penas. Incluso uno de los últimos en incorporarse al «corpus», el broche de Hoyos I, ha encontrado hueco en las dos vitrinas dedicadas a estos objetos siempre tan vistosos. La nota más positiva es que, con total naturalidad, se reconoce el carácter funerario de algunas de las cuevas en las que aparecen los broches. Siempre es gratificante saber que nuestros trabajos trascienden la órbita «científica» y descienden a la «terrenal» divulgación.

Broches de cinturón de la cueva de Las Penas
Cerrando la sala, y justo en el quicio de la puerta por la que se abandona la exposición, está una de las más importantes piezas del periodo y, sin duda, de todo el Museo, el broche de hueso de Santa María de Hito. No se entiende muy bien por qué un objeto de semejante relevancia ha sido colocado en un lugar tan poco adecuado y no en un lugar protagonista, o acompañando a otros objetos contemporáneos o junto a los anillos procedentes del mismo yacimiento. En cualquier sitio menos en el lugar que ocupa. Una cosa es que haya cierto debate sobre su cronología y otra que por no «mojarse» se ponga prácticamente «fuera de límites», como dicen en el golf.

La vitrina del broche, en el quicio de la puerta
Detalle del broche de hueso de Santa María de Hito
Hace unos días hemos sido invitados a participar en «La pieza del mes», una iniciativa que pone en marcha el MUPAC en colaboración con la Sección de Arqueología del Colegio de Doctores y Licenciados en Ciencias y Letras de Cantabria. Cuando podamos adelantar más sobre este asunto, lo iremos contando aquí. De momento, sabemos ya la pieza que nos ha tocado en suerte: el broche de hueso de Santa María de Hito. Reivindicaremos un lugar más digno para el objeto, a la altura de su calidad artística, de su significado histórico y de su carácter único.

Desde el Proyecto Mauranus nos alegramos de que el MUPAC esté abierto y de que todo el mundo pueda disfrutar contemplando lo que allí se expone. Es suficiente motivo y excusa para conmemorar el Día Internacional de los Museos. Nosotros somos los primeros que lo disfrutamos, porque, de forma voluntaria o involuntaria, formamos parte de él, ya que recoge algunas de nuestras ideas y de nuestros hallazgos.