1 ene 2015

¿Gato burgundio por liebre omeya?

Lo que vais a leer en esta entrada es una de las muchas cosas que contamos Enrique y yo en el MUPAC el 2 de Septiembre del año pasado, en la charla que dimos sobre el broche de Santa María de Hito, dentro del ciclo "La pieza del mes", organizado por el propio museo y la Sección de Arqueología del Colegio de Licenciado y Doctores en Ciencias y Letras. Es una historia curiosa y que tiene de todo: cierta gracia (como veremos, casi con toda seguridad no para una de las partes implicadas), una pieza bonita y poco o nada conocida (la protagonista), un jeque árabe (de Kuwait, para más señas) y mucho dinero de por medio (el del jeque, obviamente).

La historia empieza hace unos cuantos años, cuando en una de esas búsquedas tontas por Internet, a la caza de paralelos para materiales de época visigoda, me topé con una curiosa pieza en la página de la conocida casa de subastas Sotheby´s. Se trataba de la hebilla de marfil de un broche de cinturón del mismo material que fue vendida en 2005 por la impresionante cantidad de 78.000 libras esterlinas, 113.552 euros al cambio de la época (el precio de salida se situó entre 20.000 y 30.000 libras, 29.116 y 43.674 euros, respectivamente).



La hebilla, de pequeño tamaño, tiene forma rectangular y presenta una esmerada decoración tallada en la que destaca el uso del trépano. Empezando por su extremo proximal, presenta dos apéndices (perforados) de sujeción a la placa, que formarían, junto con los de la propia placa y un pasador metálico, la charnela que articulaba ambas. Su forma, y éste es un detalle muy importante, es semi-cilíndrica y están decorados con una serie de líneas incisas paralelas, en sentido perpendicular al del eje de la charnela. Aunque en la fotografía no se aprecia del todo bien (hay que fijarse en la esquina superior derecha), el canto de la pieza, por ese lado, es marcadamente cóncavo, con el fin de que los apéndices de la placa, sin duda de la misma forma que los de la hebilla, encajasen perfectamente. A continuación la pieza está dividida en dos partes simétricas, separadas por el hueco en el que iría el hebijón (perdido). Cada una de ellas consta de un friso con decoración de hojas formando arcos; un hueco rectangular, perfilado con "perlas" o pequeñas bolitas, destinado a alojar un cabujón (desaparecido); y de una zona decorada con motivos de zarcillos y bordeada por más "perlas" (en la zona que limita con el hueco de la hebilla, por donde pasaría el cinturón).

Aparecía clasificada como Omeya, procedente de Siria o España (por lo de Omeya, se entiende) y fechada en los siglos VIII-IX d. de C. Ante esos datos, tan rotundos y viniendo de donde venían, me rendí: si había un paralelo de esa época y con esa "filiación", la hipótesis del mozarabismo del broche de Santa María de Hito salía reforzada (obvia decir que nosotros defendemos la opción "visigotista"). Y así, cabizbajo, le di la noticia (y le pasé el enlace) a Enrique, quien, una vez al tanto de la existencia y características de la hebilla, no tardó apenas nada en dar con la clave del asunto y sacarme de mi error: difícilmente podía ser Omeya una pieza que se parecía sospechosamente a otra, más antigua y de indudable origen cristiano. ¿A cuál? Pues a ésta:


Broche atribuido a San Cesáreo de Arlés (foto tomada de aquí)

A la hebilla del broche de marfil atribuido al obispo Cesáreo de Arlés, que suele fecharse en el siglo VI y que se conserva en el museo de esa ciudad provenzal; situada en la Tardoantigüedad y los inicios de la Edad Media en la frontera entre los mundos franco y visigodo, aunque del lado del primero (en realidad, en un territorio de fuerte base galorromana y sometido a las influencias directas de ostrogodos, burgundios, merovingios y visigodos, además de a las indirectas de los bizantinos instalados en el norte de Italia). La placa muestra la escena bíblica de los guardias dormidos junto al sepulcro de Jesús, una imagen de indiscutible origen cristiano. La hebilla, por su parte, está decorada con motivos geométricos y vegetales de innegable raigambre clásica. Una observación detallada de esta última permite apreciar cómo Enrique tenía razón y que su parecido con la presunta hebilla omeya es muy grande, aunque su factura sea más tosca. Ésta también tiene apéndices de sujeción semicilíndricos estriados y un friso con arcos (de otro estilo completamente distinto) en su parte proximal, aunque carece de huecos para cabujones a continuación. Y por eso casi toda la hebilla presenta una decoración vegetal con un motivo de roleo con hojas y racimos de uvas. De las "perlas", por cierto, ni rastro.

En donde sí hay "perlas" es en la hebilla de otro magnífico ejemplar de broche altomedieval: el de Leodobodus (su autor, que lo firmó al dorso), conservado en el Museo de Colonia (y que también fue adquirido en una subasta en Sotheby´s a finales de los 80 del siglo XX, por lo que su procedencia exacta se desconoce, aunque todo apunte, nombre germánico incluido, al mundo merovingio) y realizado en un colmillo de morsa.


Broche de Leodobodus, según Werner (1990)

Aunque en este caso la hebilla difiera claramente en su forma de la, pretendidamente, omeya, además de las perlas tiene en común con ésta la presencia de dos espacios rectangulares a ambos lados de su zona proximal. En este caso no están destinados a alojar piedras preciosas o semipreciosas, sino que van tallados con figuras humanas (similares a las de la placa, donde se representa a Cristo y varios apóstoles en lo que parece un lavatorio de pies), aunque la idea es la misma. Y también en este broche aparecen los ya familiares apéndices de sujeción semicilíndricos y con decoración estriada. Apéndices que, junto con los espacios rectangulares de la hebilla (en la ilustración se aprecia bien por qué tienen esa forma semicilíndrica y cómo se resuelve su encaje en la placa), se repiten en el broche de Vevey (Vaud, Suiza). En este caso, además de las ya citadas, hay otra similitud, ya que para tallar la escena de la placa (Jonás y unas nereidas) también se utilizó el trépano.


Broche de Vevey, según Auberson y Martin (1991)

Aparte de estos tres (que, como acabamos de ver, son los mejores paralelos para establecer una cronología y "filiación" más o menos seguras para la hebilla subastada en Sotheby´s) hay más broches de ese tipo, hechos en marfil, en colmillo de morsa, en hueso de cetáceo... Su cronología se mueve siempre entre los siglos V y VIII d. de C. y su localización geográfica habla por sí sola:



Se concentran casi en su totalidad en el mundo merovingio, especialmente en la zona burgundia aunque con una presencia también notable en el norte de Francia y en la Provenza
 (áreas ambas geográficamente muy cercanas a la primera, por cierto). Y de esa zona burgundia proceden también los broches de cinturón de bronce denominados, por razones obvias, burgundios. Broches que tienen una serie de características propias, entre las que destacan unos bonitos apéndices de articulación estriados (¿nos suenan?) y placas caladas con motivos figurados en muchos de los casos, al igual que ocurre con sus "primos" de hueso, asta o marfil. Incluso, en algunas ocasiones, tanto las piezas metálicas como las realizadas en "materia dura animal" siguen exactamente el mismo patrón morfológico y decorativo, lo que supone uno de los principales elementos para situar en la región burgundia, si no el lugar de origen de las segundas, al menos sí una de las principales zonas en las que se produjeron (y llevaron puestos) ese tipo de broches.

Ejemplo de broche burgundio (Imagen tomada de aquí)

Algunos autores creen que broches como el de Cesáreo de Arlés tienen un origen bizantino. Sin embargo y al menos que nosotros sepamos, no existen paralelos conocidos de piezas de ese tipo (y de ese material) en ninguna otra zona del Mediterráneo. Por supuesto, tampoco en los territorios bajo control del Imperio Oriental durante los siglos VI-VIII d. de C. (si exceptuamos algunos de los escasos ejemplares italianos conocidos). A lo que habría que añadir que, como acabamos de ver, la morfología de esas piezas las relaciona claramente con las producciones metálicas merovingio-burgundias y no con los bien estudiados y catalogados broches de cinturón bizantinos. Es verdad que en el mundo bizantino se trabajó mucho el marfil desde época temprana (para hacer dípticos, apliques de muebles, etc.) y que sus artesanos utilizaban el trépano para tallar (como atestiguan, por ejemplo, algunos capiteles), por lo que no sería descabellado pensar en maestros bizantinos al servicio de las elites merovingias como los autores de algunos de estos broches. Al menos de los de mayor calidad, como es aquél al que perteneció la hebilla que nos ocupa en esta entrada. La presencia bizantina en el norte de Italia durante los siglos VI-VII d. de C. podría explicar de forma relativamente fácil esa relación y ese trasiego de artesanos hacia el norte y este.

Y teniendo más o menos claro que no nos encontrábamos ante una hebilla islámica altomedieval sino ante un objeto perteneciente casi con toda probabilidad a un broche "burgundio" (de gran calidad, quizá creado por artesanos bizantinos, pero "burgundio"), ahí lo dejamos. Hasta que, años después y ya preparando la conferencia sobre el broche de Santa María de Hito (o el artículo que nunca terminamos de hacer, no lo recuerdo bien), Enrique descubrió qué había sido de ella. O lo que es lo mismo, quién la había comprado por aquella desorbitada cantidad de dinero.


Pantallazo tomado de aquí

La hebilla pertenece a la "Colección al Sabah" (fundada por el jeque Nasser Sabah al Ahmed al Sabah y dirigida por su esposa, Hussa Sabah al Salem al Sabah) y está depositada (no sabemos si también expuesta) en el Museo Nacional de Kuwait, donde se guarda la citada colección, que pasa por ser una de las mejores del mundo dedicadas al arte islámico. Sabiendo dónde está la pieza y de qué va la colección en la que se incluye no parece muy arriesgado suponer que esos adinerados kuwaitíes (o sus representantes) fueron quienes la adquirieron en la subasta de Sotheby´s antes mencionada (y más sabiendo, como sabemos, que la colección comenzó precisamente con la compra de una pieza en una subasta en Londres, por lo que esa y otras casas deben ser proveedores habituales de materiales para ella). Lo que se dice de ella en la citada colección, aparte de su descripción, viene a ser, más o menos, lo que se les dijo cuando la adquirieron: que es una "hebilla omeya", de marfil (de elefante, por supuesto: los sucedáneos, colmillo de morsa y demás, no son marfil) y que se fecha alrededor de la segunda década del s. VII d. de C. (100 después de la Hégira, en el cómputo árabe-musulmán). Del desconocimiento del autor de la ficha acerca de este tipo de piezas y de los broches de los que formaban parte nos ilustran muy bien sus palabras acerca de los dos apéndices de articulación (esos tan "burgundios"), de los que dice que servían "probablemente para unirla al propio cinturón" (la placa con otros dos apéndices iguales, ni está ni se la espera).

La conclusión de todo este asunto es bien clara: parece que a los señores de la "Colección al Sabah" les dieron un "gato burgundio" por la "liebre omeya" que creían haber encontrado. No es que la pieza no sea una joya, que lo es (por muchos motivos), sino que no es lo que les dijeron que era. Y, con toda seguridad, de haber sabido cuál era su "filiación" no la habrían comprado. Si pagaron por ella más de 113.000 euros fue porque pensaron que tenían ante sí una pieza inigualable: la única hebilla de marfil omeya conocida. Y por eso no les importó que le faltasen los cabujones, ni el hebijón (y dieron por hecho que no le faltaba, como de hecho le falta, la placa, quizá la parte más importante del broche): porque era una pieza tan especial que tenía que estar en su espectacular colección de arte islámico. Me pregunto que pensarían si alguien les sacase de su error. Y en qué lugar quedaría Sotheby´s. Quizá les escribamos un mes de estos...

Y a modo de epílogo, una reflexión que hicimos el día de la charla. Si por una hebilla (vale que de marfil y muy finamente tallada, pero sólo parcialmente conservada, pues le faltan los cabujones y el hebijón) se llegó a pagar ese dineral, ¿cuál sería el precio de mercado de una pieza como el broche de Santa María de Hito, que está prácticamente entera (sólo tiene rotos algún apéndice y parte del hebijón)?

El broche de Santa María de Hito

Aún siendo de talla algo más tosca y su material (costilla de cetáceo) menos noble, es otra auténtica joya de las "artes menores" altomedievales, además de una pieza única en la Península y con algunas singularidades que la distinguen de todas sus primas continentales. Sospechamos que ese precio sería muy alto, sobre todo si algún jeque aficionado a coleccionar "arte islámico" la viese y conociera la interpretación tradicional que la considera "mozárabe". De lo "mozárabe" a lo islámico hay un paso pequeño, y más en arte, así que... Que lo vigilen bien en el MUPAC, por si acaso.

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