Hace unos días he podido ver la "versión beta" del folleto del encuentro arqueológico que tendrá lugar en Octubre en Gijón (y del que ya adelanté algo
en una entrada anterior) y en él aparecen representadas algunas monedas acuñadas durante la conquista del norte de Hispania por las tropas de Augusto (las imágenes que he utilizado para acompañar al texto están sacadas de él, por cierto). Y ha sido la visión de esas monedas lo que me ha llevado a redactar esta entrada, así que, sin más preámbulo, voy al lío.
En el año 25 a. de C., tras la toma de Lancia y el final de su campaña victoriosa contra los Astures, el legado romano que ejercía como gobernador de la provincia de Lusitania, Publio Carisio, fundó la colonia para veteranos de
Emerita Augusta, actual Mérida. En paralelo a esa fundación, también acuñó una serie de monedas para conmemorarla y para recordar su triunfo sobre los habitantes de Asturia (aunque también suele incluirse en esa celebración a los Cántabros, lo cierto es que Carisio sólo operó en el frente astur, por lo que sólo ésa, y no la de Cayo Antistio en Cantabria, es la campaña que aparece reflejada en sus monedas). La historia y características de las monedas emeritenses de Carisio son bien conocidas, así que no entraré en ellas. Quien esté interesado en el tema tiene un buen resumen
aquí (nótese que el texto, pese a ser apreciable, contiene algunos errores, como llamar "cuchillo afalcatado" a lo que es en realidad una falcata; y da por buenas algunas interpretaciones iconográficas que se ponen en duda en esta misma entrada, como se verá más adelante).
Aquí voy a fijarme únicamente en una emisión, aunque también habrá que atender de forma algo superficial a otras dos para tratar de aclarar algunos aspectos relacionados con ella. Todas tienen la efigie de Octavio en el anverso, con la leyenda IMP(ERATOR) CAESAR AVGVSTVS, mientras que sus reversos muestran distintas composiciones, todas ellas con armas. El ejemplar en cuestión (en realidad, su reverso) es éste:
En él, rodeados por la leyenda P(UBLIVS) CARISIVS LEG(ATUS) PRO PR(AETORE), se sitúan una cabeza con casco (en el centro), un puñal (a su derecha) y un hacha de dos filos (a su izquierda) que, tradicionalmente, se han considerado como una representación de las armas de los enemigos derrotados por Carisio en su campaña astur. Y digo "tradicionalmente" porque, no hace muchos años, se ha propuesto otra interpretación completamente distinta (esa que menciono más arriba). Su responsable, M. P. García-Bellido, considera que no nos encontramos ante una panoplia indígena sino frente a los símbolos de las dos legiones con cuyos veteranos se fundó
Emerita. Así, según esta autora (
2004: 80-81), la cabeza galeada no sería tal, sino un casco con máscara y penacho de plumas de alondra que representaría a la
Legio V Alaudae; y a su izquierda no habría una
bipennis, sino un
malleolus (o martillo) utilizado en los trabajos mineros a los que la
Legio X Gemina estaría íntimamente ligada (para el puñal no encuentra una explicación satisfactoria y lo deja en el aire). Como no estoy en absoluto de acuerdo con esta forma de "leer" el anverso de la moneda, utilizaré esta entrada para argumentar en contra (aunque ése no sea su principal objetivo lo cierto es que me viene bien para hilar el discurso). Y para ello nada mejor que ir por partes, así que empezaré por el casco.
¿Por qué no creo que se trate, en realidad, de un casco de legionario con máscara y un penacho de plumas de alondra? En primer lugar, porque las máscaras son un "complemento" (para usar en entrenamientos y competiciones) a los cascos de algunos jinetes y no parece que fueran utilizadas por la infantería (y menos en combate); y, por eso mismo, no tendría ningún sentido emplear, como imagen de una legión (compuesta fundamentalmente por infantes), un elemento que sólo portarían, ocasionalmente, algunos de sus soldados montados (alguna cosa acerca de estas máscaras y varios ejemplos holandeses,
aquí). En segundo, porque, aun estando de acuerdo en lo de la rareza del penacho, no veo las plumas (ni de alondra ni de otra ave) por ninguna parte. Y, finalmente, porque la forma del casco representado no coincide con la de ninguno de los modelos romanos de la época (o al menos con la de ninguno de los que yo conozco). Y esto último también es un problema si, como es mi caso, vemos en esa cabeza galeada la representación de un guerrero indígena. ¿Por qué? Pues porque siempre he pensado (siguiendo a quienes saben más de esto) que el tipo de casco utilizado por los pueblos del norte de la Península en el momento de la conquista romana sería el ubicuo Montefortino, o alguna de sus variantes. Y resulta que ese casco, de origen céltico, también era usado por los romanos desde mucho tiempo atrás e iba incluido en ese grupo que acabo de comentar unas líneas más arriba. Entonces, si no es un Montefortino, ¿qué es? ¿Un tipo de casco desconocido? E. Peralta, en
un artículo sobre el armamento de los pueblos del norte peninsular, se refiere así a él:
"En las monedas de Carisio se documenta otro tipo de casco hecho en metal. Era de forma cónica e iba rematado en una peculiar cimera curva con dos sujeciones para sendos penachos. Parece llevar carrilleras que enmarcan de forma acentuada la extraña cara del guerrero representado, caso de que no sea una especie de protección en forma de máscara que cubría el rostro, como la del casco del posible trofeo cántabro representado en la espaldera de la coraza del Augusto de Prima Porta"
Después de ver la moneda del folleto recordé que había salido un nuevo libro acerca de un conjunto de cascos celtibéricos que se hicieron tristemente famosos hace poco (las imágenes de algunos de ellos ya habían sido publicadas por F. Quesada en
un libro anterior, divulgativo y muy recomendable, que me compré hace unos años). El nuevo libro es
éste y la historia de los cascos puede leerse, en varios artículos de "El País",
aquí. Aunque aún no he podido acceder a la publicación (no está en la BUC), por lo que he podido entresacar de lo que está colgado en Academia.edu y de alguna cosilla que he leído por ahí, se trataría de piezas de un tipo nuevo, bautizado por sus tres autores como "hispano-calcídico", que tendría su origen remoto en los cascos calcídicos griegos y que habría sido privativo de las elites guerreras del mundo celtibérico entre los siglos V y II a. de C. (hasta la conquista romana, vamos).
Algunos cascos "hispano-calcídicos" (Imagen tomada de soriaymasnoticias.files.wordpress.com. Enlace aquí)
Como puede observarse en las fotografías, todos tienen una serie de características comunes muy definidas. Y son, precisamente, esas características las que, tras volver a echarles un ojo, me hicieron pensar que también podrían figurar en la moneda de Carisio (y ayudarnos a resolver el enigma del "casco misterioso"). Siguiendo el orden de las marcas de colores de la imagen inferior, serían las siguientes:
1: un nervio en forma de "cejas" rematadas en volutas en la zona frontal
2: la forma de doble arco (uno para cada ojo) separado por el arranque de un protector nasal del borde inferior de la parte frontal
3: los laterales del casco, donde se articularían las carrilleras
4: las propias carrilleras
5: el apéndice para sujetar la cimera, colocado en la parte superior
Y, sin perder tiempo, me puse a comparar y ésto fue lo que vi:
Comparación de los elementos presentes en el casco de la moneda y los que se observan en uno de tipo "hispano-calcídico" (La imagen del casco de la derecha, sacada de aquí)
Es cierto que la equivalencia entre uno y otros está lejos de ser total y que existen algunas diferencias importantes: las "cejas" en el ejemplar de la moneda son completamente distintas a las de los cascos celtibéricos (quizá no se trate de eso en realidad, sino de algún tipo de elemento decorativo colocado en los laterales, como son las enormes "alas" de algunos de los ejemplares "hispano-calcídicos") y el "protector nasal", que sólo está insinuado en las piezas recientemente identificadas, está completamente desarrollado en el presunto casco astur de la moneda emeritense (tampoco hay que olvidar que
algunos cascos calcídicos griegos, si bien mucho más antiguos, presentan un protector nasal de la misma longitud y características que éste de la moneda). Sin embargo, hay que tener en cuenta que, de ser correcta mi interpretación, entre la fecha más reciente del uso de los cascos de tipo "hispano-calcídico" en Celtiberia y el
Bellum Asturicum (momento en el que se acuñaría la moneda), habría pasado más de un siglo, tiempo en el que esos modelos celtibéricos habrían evolucionado por su cuenta en uno de los pocos territorios peninsulares no sometidos a Roma (hay algún buen ejemplo de esto mismo, aplicado a un tipo determinado de fíbula, en el registro arqueológico de la Edad del Hierro en territorio cántabro. Si Rafael Bolado no se anima a hacer una entrada sobre el tema, como le llevo pidiendo desde hace años, tendré que hacerlo yo mismo...). Esa evolución local serviría para explicar tanto los elementos comunes (entre los que me parece casi definitiva la forma del borde inferior, con el doble arco para los ojos, que sólo está presente en los cascos de ese tipo y completamente ausente en todos los demás) como esas diferencias ya señaladas. En cuanto a la presunta máscara, creo que se trata, sin más, de la cara del guerrero: la acusada forma de triángulo invertido se debe a que la imagen que se reproduce es la de un casco con carrilleras (todos los de tipo "hispano-calcídico" las tienen, a diferencia de muchos de los Montefortinos encontrados en la Península, que carecen de ellas) y a que éstas están atadas (como ya propusiera E. Peralta en el párrafo citado más arriba).
Dejando el casco y pasando al objeto situado a su izquierda (a la derecha según se mira), tampoco estoy de acuerdo con que pueda identificarse como un martillo de minero. No sólo porque parezca un hacha de dos filos, que lo parece, sino porque también está representado en otra de las monedas de esa serie emeritense; formando parte, junto con otras armas, de un trofeo astur. Y no tendría ningún sentido que entre las armas de los vencidos (lanzas, jabalinas, caetras y espadas) apareciese un martillo de minero, pero sí que lo hiciese una bipennis; arma, que, por vías indirectas, sabemos que formaba parte de la panoplia de los Cántabros y que, por tanto, bien podría hacerlo también de la de los Astures. Aprovechando esta nueva moneda, también me gustaría señalar que una de esas espadas del trofeo que acabo de mencionar es una falcata, cuya presencia en otra de estas acuñaciones ha dado lugar a cierta controversia y ha llevado a algunos autores, dada su ausencia hasta el momento en el registro material astur o cántabro, a descartar que esa acuñación (en la que comparte reverso con una caetra y una punta de lanza) tenga que ver con la conquista de Asturia y a proponer que se trata, en realidad, de una evocación de la provincia de Lusitania, donde se localiza Emerita. A la vista de esta moneda, creo que hay que poner en cuarentena tanto esa última interpretación como la afirmación tajante de que los Astures no usaban falcatas (en eso, como en tantas cosas, la arqueología dará y quitará razones).
Presencia de un hacha bipenne (círculo rojo) y de una falcata (óvalo amarillo) en un trofeo astur representado en el anverso de una moneda de Carisio (a la derecha en la imagen). En el caso del primero, la comparación con el objeto representado en la moneda de la izquierda no deja lugar a la duda.
Finalmente, del puñal situado a la derecha de la cabeza con casco no hay gran cosa que decir (ya que nadie ha puesto en duda que sea precisamente éso: un puñal). Se trataría de una daga hispánica y, como curiosidad, hay que señalar que la forma de su remate recuerda a la de uno de los dos puñales representados en las monedas acuñadas por Bruto para conmemorar el asesinato de Julio César (el otro es uno de tipo bidiscoidal, típico del mundo celtibérico, en sentido amplio). Este hecho no tiene nada de particular ni implica la "romanidad" del arma de la moneda de Carisio ya que, en esos momentos, las dagas de los legionarios y los puñales de los pueblos hispanos son iguales: los primeros empezaron a adoptar los de los segundos tiempo atrás. En cuanto al tipo de arma, el remate y la forma de la empuñadura permiten descartar que se trate de un bidiscoidal y, tanto esas características como su presencia en la citada moneda de Bruto junto a uno de aquéllos (donde estarían representadas las dos dagas legionarias típicas del siglo I a. de C., ambas de origen hispano) y su hoja pistiliforme hacen que pueda plantearse que se trate de un puñal de filos curvos. Estas piezas, que serían típicas de los pueblos de la Meseta norte y del alto Ebro, habrían pasado a las tropas romanas precisamente en el siglo I a. de C. y habrían sido muy importantes (junto a las bidiscoidales) en la configuración del
pugio romano (es muy recomendable leer
este trabajo de R. de Pablo, donde explica todas estas cuestiones).
Recapitulando, creo que puede afirmarse que en la moneda que ha dado pie a esta entrada está representada parte de la panoplia de un jefe astur, ca. 25 a. de C. No es ninguna novedad, lo sé, pero tampoco está de más recordarlo (y argumentar a su favor) en unos tiempos en los que ha sido puesto en duda. Los tres elementos que figuran en ella, si están bien interpretados, nos dan cierta información interesante acerca del mundo indígena y de sus elites guerreras. Así, el casco de tipo "hispano-calcídico" evolucionado nos hablaría de los importantes influjos celtibéricos que habrían recibido los Astures, especialmente los de la zona cismontana (que no conviene olvidar que era la parte principal y más extensa de Asturia, pese a la distorsión que pueda crear en la imagen que tenemos hoy la Asturias cantábrica actual). Ese influjo celtibérico (en sentido amplio e incluyendo el valle del Duero al completo, una parte del cual, por cierto, estaría ocupada por los propios Astures) puede rastrearse también en Cantabria (y en relación con las capas más altas de la sociedad prerromana), donde se conocen varios elementos de prestigio relacionados con las elites ecuestres (signa equitum) con buenos paralelos en Numancia y donde, como ya he comentado, también parece que se da la última fase (sin injerencias romanas) en la evolución de esa cultura; algo que, sin duda, también debió suceder en Asturia. Además, al tratarse de un elemento de lujo y al alcance sólo de unos pocos, el casco también nos indica que las armas representadas no son las de un típico guerrero, sino las de un jefe de rango elevado. Aspecto en el que incidiría la presencia del hacha de dos filos, cuya existencia apenas nos ha sido insinuada por la arqueología (sólo se conocen algunas miniaturas con función votiva) pero que sabemos por Silio Itálico que era utilizado por jefes guerreros, como el Laro cántabro que cita en su "Púnica" (que es un personaje de ficción pero que, sin duda, está representado con los atributos de los Cántabros que se enfrentaron a roma a finales del siglo I a. de C.). Finalmente, el puñal de filos curvos completaría el conjunto, ya que esas armas cortas eran imprescindibles para cualquier guerrero hispano de la época. En este caso concreto, su presencia nos indica que los Astures eran un pueblo del norte de la Península que participaba de la cultura material de la Meseta norte (junto a Vacceos, Cántabros, Turmogos y Autrigones) y, por tanto y de nuevo, de ese mundo celtibérico entendido en sentido amplio. Puede que en la Asturias transmontana o en las zonas confinantes con Gallaecia la cultura material astur estuviese, lógicamente, más influida por el mundo atlántico y la cultura castreña del Noroeste, pero no hay que olvidar que el principal hecho de armas de la primera campaña de Carisio contra Asturia fue la toma de Lancia tras derrotar a los Astures en campo abierto. Y que Lancia miraba al Duero, no al Cantábrico.
Lamentablemente, Antistio y el resto de legados que intervinieron militarmente en Cantabria no nos regalaron unas acuñaciones comparables a las de Carisio, por lo que no contamos (al menos que yo conozca) con representaciones seguras de la panoplia cántabra. Aunque siempre nos quedará la arqueología, tampoco sería descabellado extrapolar a los Cántabros, con las debidas precauciones, lo reflejado en las monedas emeritenses. Estoy convencido de que un jefe guerrero astur del norte del Duero o los alrededores de Lancia y un miembro de las elites ecuestres cántabras de la zona de los grandes oppida de la pre-meseta se vestirían y adornarían para el combate de forma muy parecida. Y lucharían con armas similares, si no idénticas.