Cuando éramos críos y llegaba el verano nuestros padres nos mandaban de campamento. En mi caso, estuve en uno en La Gándara, en Soba, en 1985 y en otro en Olea en 1987 y 1988, y guardo muchos y buenos recuerdos de los dos (especialmente del segundo, que era muy punkie, así como suena, y me pilló ya preadolescente). Enrique, por su parte, anduvo muchos veranos de su infancia por Valderredible, practicando el escultismo. Ahora, en estas semanas veraniegas y mientras esperamos una (o quizá dos) importante(s) e inminente(s) noticia(s) relacionada(s) con Riocueva, nosotros dos y Rafael Bolado hemos vuelto a estar, a nuestra manera, de campamento. O mejor, de campamentos, en plural.
No. No he vuelto a perder el juicio. Lo que ocurre es que hemos estado trabajando en uno de nuestros vicios confesables, la arqueología de la conquista romana de Cantabria, y hemos dedicado una buena parte de nuestro escaso tiempo libre a "peinar" el terreno (desde las pantallas de nuestros ordenadores y tabletas, por supuesto), a la búsqueda de ignotos e inéditos terraplenes, fosos, esquinas redondeadas y, por qué no, puertas "en clavícula". Y también a revisitar, con nuevas y mejores herramientas (básicamente, el espectacular portal oficial IDE Cantabria, Iberpix y su enlace al PNOA histórico, y Bing Maps y Apple Maps, que comparten imágenes satelitales) lugares que teníamos "fichados" desde hace años. Eso explica, en parte, la escasa actividad en el blog durante esta última temporada (cosa que prometemos compensar en breve con nuevas e interesantes entradas, no como ésta, que es de relleno) y tiene un motivo, aparte del propio hecho siempre gratificante (y adictivo) de descubrir cosas nuevas: un "encuentro" que se celebrará dentro de unos meses en Asturias y en el que queremos presentar estos hallazgos (o al menos una parte de ellos). De momento, esta mañana hemos comunicado (por registro) su localización e interpretación provisional a la Consejería de Cultura, el primer paso obligado en un asunto como éste. Puede que algunas de las cosas que hemos localizado no sean lo que pensamos que son. Incluso puede que otras ni siquiera sean nada importante. Pero no exagero si digo que alguna de ellas hace que haya merecido la pena el esfuerzo (y la segura pérdida de visión). A alguien (espero que a nosotros, que pediremos permiso para ello) le tocará ir a los sitios y comprobar sobre el terreno qué y cómo son. Y si hemos tenido buen ojo o no. De momento y a la espera de poder contar más cosas, os dejo aquí algunas imágenes para ir abriendo boca.
Recinto de unas 3 ha, ubicado en una cima y delimitado por terraplén y foso
Esquina redondeada del terraplén que delimita un posible recinto de entre 8 y 10 ha
Y un viejo conocido que nos enseña su foso y nos abre su puerta ("en clavícula") de par en par
Hasta aquí puedo enseñar, que diría la ínclita Mayra Gómez Kemp. Dentro de un par de meses largos, como muy tarde, mostraremos más (quizá todo). De momento, me gustaría cerrar con dos reflexiones muy breves. En primer lugar, con una de orden metodológico y para la que me voy a servir de un artículo de unos arqueólogos ante cuyos recientes trabajos en este campo me quito la gorra. Ellos lo explican mucho mejor de como lo haría yo, así que, quien quiera conocerla, que lo lea. Y, en segundo, con la principal conclusión general (hay otras más concretas que creo que son muy interesantes, pero no vienen al caso ahora) de todo este asunto: aún queda, le pese a quien le pese, mucho por encontrar y mucho por conocer en relación con ese episodio de la historia de Cantabria. Y a aquellos que hacen coñas y chanzas, más o menos públicas, acerca de la, según ellos, "superpoblación" de campamentos romanos de campaña (ya sean en formato castra, castellum o turris) por estos lares, les auguro un mal porvenir (y quizá también una úlcera). El papel lo aguantará casi todo, pero el tiempo suele terminar poniendo las cosas (y a cada uno) en su sitio. Al tiempo pues.
Y no podía terminar una entrada sobre campamentos sin enlazar mi canción favorita sobre el tema (con permiso de la que cantan los niños esclavizados en el "Campamento Krusty", en aquel mítico episodio de Los Simpsons, y cuyo vídeo no he podido encontrar):
Mmmh, en la segunda tanda de fotos, la más insólita porque está al lado de una pista en un terreno llano intuyo que no muy elevado, casi me interesan más los relieves lineales del lado derecho de la pista...
ResponderEliminarEl sitio es insólito, sí. Y, a priori, no pensarías en él como el lugar donde encontrar algo así. Sin embargo y mirado con más calma, tiene toda la lógica que esa cosa, si es que es lo que parece, esté precisamente allí. Y después del trabalenguas te diré que no sé muy bien a qué te refieres pero quizá sean líneas de lo que diantres sea que hayan plantado ahí. Tenemos mejores fotos del sitio y todas apuntan en la misma dirección (la de la esquina).
EliminarA mí me da que es un sitio de costa, pero no os voy a sonsacar más, jeje. Me refiero a que hay unas líneas abultadas pero quizá sean restos de cercas modernas cubiertos por vegetación, etc: en concreto una línea gruesa que casi une los dos árboles de la parte inferior derecha. Lo otro es un campamento romano evidente o... una línea de Nazca, jaja.
ResponderEliminarA ver si asciendo en el P.R.C. y doy un golpe de Estado arqueológico, y os entrego la región y sus profundidades...
Enhorabuena por el blog, reconozco que estoy enganchado y entradas como esta crean afición. Bueno, a ver si esas novedades vienen pronto.....
ResponderEliminarMuchas gracias, Ángel. Me alegro de que te guste el blog. En cuanto a las novedades, yo estoy deseando contarlas (en uno de los casos, de hecho, ya ha sido así) y hacerlas públicas, pero toca esperar.
EliminarTotalmente de acuerdo.
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