Para combatir el agobiante calor de estos últimos días, viene bien pensar en
cosas refrescantes. ¿Y qué hay más refrescante que la nieve? La verdad es que
nieve y arqueología no son buenas compañeras, pero hay veces que el peor escenario posible puede llegar a empeorar y esta fue una de ellas.
Entre finales de 2010 y principios de 2011 llevamos a cabo una
excavación de urgencia en la necrópolis altomedieval de El Campo, en San Miguel de Aguayo (Cantabria). La actuación estuvo dirigida por J. A. Hierro Gárate (coautor de este blog) y contó con la colaboración de Silvia Gómez Arce, Helena Paredes Courtot, Rafael Bolado del Castillo y un humilde servidor. Y todos, sin excepción, pasamos mucho frío. Entre otras cosas porque en el rincón en el que excavamos nunca (ni en invierno, ni en verano) daba el sol. Como el glorioso imperio español del siglo XVI, pero al revés.
Para evocar aquel tiempo no tan lejano en el que el termómetro marcaba negativo, el gorro de lana era nuestro mejor aliado y nuestros pies entumecidos tenían la misma temperatura que el famoso
helado de color rosa, os dejo aquí una
selección de fotografías.
|
Amanecer "de postal" en San Miguel de Aguayo |
|
Bajo la nieve se intuyen un par de tumbas de lajas |
|
Una vista de conjunto de la necrópolis cubierta de nieve |
|
Esto era lo que había debajo de la nieve (y de la tierra) |
|
Tumbas de lajas escarchadas |
|
Más tumbas de lajas escarchadas |
|
Visibilidad nula, lo que brilla es el reflectante de la chaqueta de alguien excavando |
|
Aunque asome el sol al fondo, en nuestro sombrío rincón hacía mucho frío |
|
Eso que brilla en el fondo de la tumba es hielo (sí, no son cristales rotos) |
A pesar de tener que luchar contra los elementos, y teniendo en cuenta que lo que primero fue nieve, tierra helada o escarcha, terminó siendo un barro tan pegajoso como el que se encontró el ejército alemán en el frente del este durante la II Guerra Mundial,
los resultados de la la excavación fueron bastante satisfactorios. En los próximos días iremos desvelando los secretos de esta necrópolis que esperaba agazapada en el corazón de un pequeño pueblo de la Cantabria montañosa.
Las frigotumbas, qué recuerdos. Aún me pican los pies... Este invierno, en los días de frío añoraba aquella sopa castellana del bar de Pesquera que resucitaba a los muertos. En casa nos queda bien, la verdad, pero no puede compararse con aquélla.
ResponderEliminarLa verdad es que he sido una privilegiada... estudiar el material sin tener que sacar la nariz del calor de mi casa....
ResponderEliminarPobrecicos, lo dije entonces y lo repito ahora...
Sufridores
Bonitas estampas y buen trabajo.
ResponderEliminar