Aprovechando
que este año se celebraba el Congreso bianual de la Sociedad Española de Paleopatología, decidimos remitir
una comunicación explicando nuestras aventuras y desventuras con el estudio
microbiológico de varias muestras dentales obtenidas en los yacimientos de la
galería inferior de La Garma, Las Penas y Los Goros.
El
Congreso comenzó el día 3 de octubre en la ciudad de Cuenca, una ciudad
preciosa pero con excesivas cuestas para mi gusto y estado.
Vistas de la ciudad de Cuenca desde el tejado del Museo de Las Ciencias, sede del congreso |
La
comunicación fue programada para la mañana del día 4 de octubre (aunque eso no
lo supimos hasta una semana antes, ya que en principio se preveía para la tarde
del 3), dentro de la mesa “Arqueología y Paleopatología”, moderada por dos
arqueólogos.
Portada de la revista Journal of Paleopathology, donde se publicaron los resumenes |
Resumen de nuestra comunicación |
Tras
una escueta exposición de 10 minutos, en la explicaba someramente el contexto
histórico y la interpretación arqueológica que los miembros de Proyecto
Mauranus dan a este tipos de cuevas de
uso sepulcral, así como el modo en que desde la sección de patología
molecular y el servicio de microbiología
del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla se abordó el estudio
microbiológico, llegó el turno de la discusión.
El
dr. Albert Isidro, un traumatólogo y reputado paleopatólogo catalán con más de
25 años de experiencia, nos apuntó acertadamente que no nos desanimáramos por
la falta de identificación de ADN bacteriano en este primer trabajo, dado que
es bastante dificultoso, y se ofreció a ponernos en contacto con su
bacteriólogo para futuros trabajos. En cuanto al resto de la discusión, para mi
sorpresa, y, en parte, alivio, no se centró en mi trabajo, la
paleomicrobiología, si no que se convirtió en un debate acerca de la
interpretación dada al uso de las cuevas. Es decir, una discusión arqueológica
protagonizada por los moderadores que, a
mi modo de ver y al de muchos asistentes, no venía muy a cuento, dado que tanto
el congreso como mi trabajo se centraba en la paleopatología.
En
general, los trabajos presentados en esta mesa, a pesar de las ausencias de
algunos ponentes, fueron muy interesantes, como el estudio de las dras. Jaén y
Bautista, de México, acerca de las
condiciones de vida y salud de dos grupos de monjas de una misma comunidad en
los siglos XVIy XIX, o los resultados preliminares del estudio interdisciplinar
de los cráneos enclavados de Ullastret, presentados por la dra. Agustí, por
mencionar algunos. Las comunicaciones de
las siguientes mesas, centradas en la patología maxilofacial y podológica, así
como en los casos presentados a modo de posters, también despertaron interés.
Lo que se echó fue un programa cerrado
de ponencias por parte de paleopatólogos experimentados.
Cuenca de noche desde el castillo, justo antes de que nos cayera una impresionante tromba de agua |
El merecido descanso.... ¡pero sin alcohol! |
Al
final del congreso se premió por partida doble (votación popular y senado
científico) a la mejor comunicación, mejor poster y mejor pieza. Nuestro
trabajo estuvo cerca, pero finalmente fue el trabajo de la veterana Lourdes
Herrasti quien se hizo con el premio, merecido, por su estudio titulado “Amputaciones quirúrgicas halladas en
contextos arqueológicos”. ¡Otra vez será!
Texto y fotos: Silvia Carnicero Cáceres
Silvia colabora como antropóloga con el Proyecto Mauranus desde 2010.
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