Aplicándose en la tediosa labor de cribado |
8 dic 2013
Riocueva 2013, episodio 17: flecos
Hace un par de semanas anunciábamos el final de la campaña de excavaciones en Riocueva, pero eso no quiere decir que hayan terminado nuestras visitas a la cueva. Hemos dejado algunos flecos que nos han obligado a volver un par de veces más y todavía regresaremos una vez o dos. ¿El motivo? La criba. Es lo que tiene no haber llevado las tareas al día...
No es la primera vez que le dedicamos sesiones monográficas a esta noble tarea en previsión de la llegada del mal tiempo, que tardó, pero llegó. Por fortuna, en los últimos días ha dejado de llover y las nubes han dado paso a cielos despejados, acompañados hoy de una tremenda helada. Pero a nosotros con que no caiga agua nos vale. En el rincón destinado a cribar a veces no se sabe si hace sol o está nublado, si ha amanecido ya o está atardeciendo. Mejor, así uno se concentra en la criba y se avanza mucho más. Tanto que entre el viernes y hoy nos hemos "ventilado" tres docenas de bolsas como mínimo. Ya sólo queda una pequeña montaña en el vestíbulo. Poca cosa en comparación con el negro horizonte que se nos presentaba a mediados de noviembre. Además, como excavamos con mucho mimo y gran atención, en la criba no aparece casi nada, lo que convierte cada sesión en un continuo balanceo de tierra sin demasiados resultados. Algunos huesos, algunos fragmentos de cerámica... un objeto metálico, con un poco de suerte. Poca cosa, en general. Con algo de suerte, la semana que viene terminamos con la labor y nos concentramos en otros procesos post-excavación de los que daremos cumplidas noticias.
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