4 oct 2012

La arqueología como excusa (una vez más)

Es tan común utilizar los "imprevistos" hallazgos arqueológicos que se producen en el transcurso de la ejecución de obras para justificar retrasos que debería tener su propia entrada en un diccionario de excusas. Y los medios de comunicación suelen servir con tanta frecuencia de irreflexivo altavoz de este recurso torticero que al final la opinión pública acaba asumiendo esta idea como cierta, cuando en la mayoría de los casos no es más que una forma de esconder la falta de planificación de quienes licitan, promueven y ejecutan las obras. Al final, todo se acaba resumiendo en una visión negativa de los restos arqueológicos y de la propia labor de los arqueólogos, ya que en este planteamiento en el que se emplea "la Arqueología como excusa", hallazgos y profesionales son presentados como un obstáculo, como los causantes de  los retrasos y, en último término, como los que provocan que cualquier obra demore innecesariamente su plazo de entrega y multiplique exponencialmente su precio original.

No es mi intención de abordar aquí el problema con un enfoque general, ya que daría para escribir un libro, sólo me voy a limitar a proponer una reflexión sobre un caso reciente que me toca por proximidad, geográfica y "de género": la iglesia de Santa María de Castro Urdiales. Hace más de un mes se publicaban en la edición impresa de El Diario Montañés informaciones sobre los hallazgos arqueológicos realizados en el transcurso de las obras. Los trabajos, dirigidos por el arqueólogo J. Marcos, han sacado a la luz parte de la necrópolis medieval y han permitido identificar elementos muy poco habituales en nuestro país, como las vasijas-incensario. Además, aportan otros datos de gran interés sobre la evolución del lugar en el que se ubica la iglesia gótica y sobre la propia historia del edificio.

Noticia publicada en El Diario Montañés el 18 de agosto de 2012
Hoy mismo se ha publicado una noticia en la prensa anunciando un retraso en las obras de restauración del edificio... achacable, por supuesto a la Arqueología, esa diva ingrata. Por si deciden volver a redactar la entradilla, costumbre habitual en la prensa digital, os dejo una imagen de la publicación original en la que he subrayado en amarillo el texto de la injusta acusación.

Noticia publicada en eldiariomontanes.es el 4 de octubre de 2012
No conozco los entresijos del procedimiento concreto en este caso, sólo dispongo de las informaciones publicadas en la prensa, pero estoy convencido de que, si las cosas se han hecho bien, la Arqueología poco o nada tiene que ver en esa necesidad de alargar los plazos. De hecho, no es el primer retraso que se denuncia en esta restauración y meses atrás el "culpable" parecía otro, tal y como se pudo leer en la prensa local. Tampoco es mi intención posicionarme en este caso que, insisto, utilizo a modo de ejemplo. Pero seguro que el hecho de que una iglesia es un yacimiento arqueológico no entraba en "los planes" de nadie (salvo en los del arqueólogo, que lo sabe y no me cabe duda de que habrá intentado hacérselo saber también al resto de los implicados en el proyecto). Lo que pretendo es llamar la atención sobre una cuestión de fondo, concretamente referida al caso de la realización de obras en edificios históricos de carácter religioso.

¿De verdad alguien pensaba que el subsuelo de una iglesia medieval iba a estar vacío? Realmente, el enfoque debería ser el contrario cuando se aborda una actuación en un lugar como este. Como lo más probable cuando hacemos "un agujero" en una iglesia o su entorno es que nos encontremos "algo" y, sobre todo, que nos topemos con su cementerio (interior en la Edad Moderna, exterior en la Edad Media...) o con las estructuras de otra iglesia más antigua... ¿no es mucho más útil considerar que todas las iglesias son un yacimiento arqueológico? Así no se extrañaría nadie de que aparezca "una necrópolis" o cualquier otra cosa propia del entorno en el que se trabaja. Sería también la manera de enfocar una planificación de tiempo y recursos realista. Existe la misma probabilidad  de encontrar restos arqueológicos en el entorno o en el interior de una iglesia, que de toparse con una tubería, un cable o cualquier otra canalización si se hace una zanja atravesando una calle de una ciudad cualquiera. No lo he calculado, pero debe de rondar el 95,5%. Y es un hecho cierto... , un hecho que no se puede obviar, no es una suposición, ni una estimación, ni una circunstancia, ni siquiera una hipótesis o una tendencia en interpretación del Patrimonio. Repito, la probabilidad es alta porque los restos en la mayor parte de los casos están ahí (y nadie ha ido a meterlos debajo por la noche ni nada parecido). Eso convierte a la Arqueología en una realidad (que no se quiere asumir) más que en una eventualidad y así debería ser tratada... de hecho así es tratada en otros lugares. Ejemplos como la catedral de Vitoria o la iglesia de El Salvador en Sevilla, en los que la Arqueología forma parte de la intervención (una intervención integral, que se llama) y no un mero accesorio, o la solución a una eventualidad.

En Cantabria nos cuesta entender esto... Rara es la obra que se hace en una iglesia y cuenta con algún tipo de actuación arqueológica. Total, para qué, todo el mundo sabe que la Arqueología lo único que puede hacer es retrasar la ejecución. Quizá para alguien en particular esa estrategia de "arriesgarse" (a pasar por alto que seguramente habrá restos) y "lamentarse" (de que han surgido imprevistos) sea la más eficiente. Ya lo dice la prensa... y el círculo puede volver a cerrarse una y otra vez sobre sí mismo, tomando casi como una cuestión de fe argumentos que justifican el maltrato de una profesión y la falta de consideración hacia los testimonios materiales del pasado.

2 comentarios:

  1. Malditos arqueólogos... Qué felices seríamos todos y que bien iría todo si no existiesen. Me arriesgo a decir que incluso han sido los culpables de la crisis y el pinchazo de la burbuja ladrillera. Malditos todos...

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  2. Se agradecen estos comentarios en este desierto cultural....

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