18 abr 2012

Operación convergencia



Tratar de reconstruir vasijas completas a partir de los numerosos fragmentos de cerámica recuperados durante la excavación que realizamos en la cueva de Riocueva en 2011 es una tarea sólo apta para los muy obstinados. En su mayor parte son trozos del tamaño de una patata frita ondulada y las irregularidades de la cocción hace que tengan colores muy diferentes, incluso los que pertenecen a un mismo recipiente. Para complicar más el trabajo, sabíamos que una parte de los fragmentos están todavía en la cueva, en las zonas que aún no se han excavado (si hay suerte, pronto volveremos a por ellos...) y que otros llevan décadas en los almacenes del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria. Aun así, tras un largo fin de semana de ensayo y error, conseguimos remontar un buen número de fragmentos de la pared de una olla decorada con ondas y la parte superior de otra ollita, además de unir piezas sueltas del fondo y el borde de otras vasijas (gracias, Helena...).

Los fragmentos van encajando poco a poco
Un pequeño descanso, ya queda menos
Otro intento para completar el puzzle


La parte superior de una vasija reconstruida casi por completo

La ubicación de los fragmentos en la superficie de la cueva y su dispersión ofrecen datos para conocer un poco mejor la relación entre estas vasijas y las sepulturas a las que acompañaban. En cuanto al tamaño, la forma, la decoración y otras características formales de los recipientes, no hay grandes novedades con respecto a lo que ya conocíamos: se confirma que en época visigoda era frecuente el uso de ollas de pequeño tamaño que, a juzgar por los restos de ollín que se aprecian en algunos casos, se utilizaban para cocinar. En ocasiones las ollas tienen un pequeño pico vertedor o un asita y, cuando están decoradas los motivos son líneas onduladas que recorren la panza. En una próxima entrada dedicaremos un poco más de tiempo y espacio a la cerámica de época visigoda en Cantabria.

5 comentarios:

  1. Me parece una falta de respeto enorme (por no decir un insulto) que se omita en esta entrada mi impagable colaboración en el proceso de remontado de la cerámica. Es del todo impresentable que no se reconozcan mis méritos en ese sentido. Seguro que Helena se deja llevar por la primera idea que le viene a la cabeza y dice algo así como "pero tendrá jeta el tipo éste, que llegó, se tomó un gin-tonic, no pegó nada y se fue". Cometerá un grave error y una injusticia, porque no valorará cómo mi presencia y mis ánimos influyeron en ella (sin que lo notara, por supuesto: he ahí la gracia) para que hiciera el trabajo tan bien como lo hizo. Una vez más me quedaré a las puertas de la gloria, eclipsado por otros... Qué le vamos a hacer.

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    1. ¿Qué crees, que escribo en plural mayestático? Equipo, equipo, equipo... Le doy las gracias a Helena porque la pobre sacrificó un fin de semana soleado para que nosotros (tú y yo...) alcancemos la gloria científica. Además, juntó más trozos que tú. Bueno, eso no es difícil. Creo que TÚ no juntaste NINGUNO. Eso sí, no renunciaste al gin-tonic, como si te hubieses partido el lomo trabajando... ésa es la gloria que te corresponde... Por lo menos, tuviste el detalle de renunciar a los ganchitos, un gesto que te honra.

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  2. He de decir que no está bonito que los propios autores del blog se den palmaditas en la espalda el uno al otro. Aún así, me remito a la entrada del blog "EQUIPAZO", sin todos esto no podía ser posible. Finalizo con con un emotivo y festivo ¡¡Olé las dataciones buenas!!

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