En esto de la Arqueología,
no todo es excavar o prospectar... Como ya hemos mostrado en
entradas precedentes, una vez terminado el trabajo "de campo", quedan muchas cosas por hacer. Algunos llaman a estos procesos "trabajo de laboratorio", aunque suena un poco pretencioso, sobre todo si lo que hacemos no es más que
pasar por agua huesos, fragmentos de cerámica y demás objetos que recuperamos durante la excavación. Por diversos motivos, habíamos ido posponiendo el asunto desde el mes de diciembre, pero el sábado llegó el momento de abordar la siguiente fase:
toca lavar. Es una operación que exige cierta infraestructura: agua en abundancia, un espacio que se pueda ensuciar, superficies adecuadas para poner a secar, etc. Ya para la campaña de 2011 el
Museo de Altamira nos ofreció amablemente sus instalaciones y esta vez hemos vuelto a repetir. Tienen un
lavadero muy bien equipado, cómodo, a cubierto –en esta época del año, se agradece mucho– y con un régimen de uso muy flexible. No se puede pedir más.
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Lavando una de las "bolsas de nivel" |
Un
recuento rápido antes de empezar a mojarse: unos 500 objetos individualizados, alrededor de 20 "bolsas de nivel" con objetos recogidos durante la excavación y varias decenas de "bolsas de criba" con objetos recogidos
a golpe de cedazo. Dos o tres sesiones, como mínimo. El
proceso es
sencillo: se saca el material de la bolsita, se pasa por el agua, se frota con delicadeza si es necesario para eliminar la tierra, se aclara y se pone a secar. Todo ello sin descuidar su etiqueta para que, una vez seco, pueda meterse de nuevo en una bolsita, correctamente referenciado y listo para la siguiente fase del proceso.
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Los huesos humanos hay que cepillarlos con mucho cuidado |
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Aunque parezca rudimentario, el papel de periódico es un secante muy eficaz |
Al principio parece que la cosa no avanza, pero el
secadero lleno es un indicador elocuente de que se ha hecho un buen trabajo. El lavadero es una estancia semi-subterránea, sin ventanas, a la que no llega la luz natural y donde el único sonido que se escucha es el del viento, sobre todo si azota como lo hace estos días en Cantabria. En esta labor
no es difícil perder la noción del tiempo, y cinco o seis horas de trabajo continuo dan para mucho más de lo que parece.
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Pleno de ocupación en el secadero |
Hemos hecho algo menos de la mitad, de modo que
tocará volver en unos días a rematar la faena. Aunque sobre el papel parezca una tarea aburrida, es
emocionante volver a ver todas las cosas que fueron apareciendo durante la excavación y poder apreciar, una vez que están limpias,
detalles que a pie de sondeo habían pasado por alto. Fragmentos de cerámica decorados, huesos con aparentes signos de patología o piezas de sílex, cosas que habían pasado desapercibidas durante la excavación, salen a la luz con
agua y paciencia.
Debe de haber un error en la penúltima fila. ¿Piezas de sílex? ¿Cómo que piezas de sílex? ¿Qué pasa? ¿Que falto un día y ya me estáis "prehistorizando" el yacimiento? Dime que son de hacer fuego, por favor...
ResponderEliminarYa sabemos que en Riocueva cualquier cosa es posible. Habrá que esperar a estudiar las piezas con detalle, pero estar, están
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