Si hace unas semanas nos hacíamos eco de la repercusión que tuvo en la prensa de la época
el descubrimiento de la cueva de Cudón, no menos comentado fue el hallazgo pocos años después de la
otra cueva "clásica" con materiales de época visigoda en Cantabria: la cueva de
Los Hornucos (Suano).
Según nos cuentan el
Heraldo de Madrid y
El Cantábrico, en los últimos días del mes de julio de 1934
Daniel Fernández Ortega, Manuel Hoyo García, Víctor Fernández, Joaquín Fernández, Tomás López, Eduardo Muñoz, Emiliano Villanueva y Adrián Sainz de los Ríos, vecinos de la comarca,
exploraron la cueva de Los Hornucos
y encontraron restos de una treintena de esqueletos humanos. La prensa menciona que, inmediatamente después del descubrimiento, se dio aviso a la Junta Superior de Excavaciones, cuyos miembros se personaron a inspeccionar el lugar en la mañana del 29 de julio.
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La noticia del descubrimiento de la cueva de Los Hornucos en el Heraldo de Madrid (BNE) |
De la información publicada por
La Voz el 31 de julio de 1934 deducimos que esa
inspección fue realizada por el propio
Jesús Carballo, quien recorrió la cueva en toda su extensión y propuso ya las primeras interpretaciones sobre cómo, cuando y por qué fue visitada en el pasado, atribuyendo las evidencias identificadas al Neolítico.
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Declaraciones de J. Carballo para La Voz, 1934 (BNE) |
En la crónica que redacta
Carlos Navarro y Morenes para el
Boletín de la Sociedad Española de Excusiones en
1934 se recoge una versión un tanto diferente de los hechos --recuérdese que para
la cueva de Cudón también se daban dos visiones distintas en la prensa y en la literatura especializada--, que sitúa como
protagonistas del hallazgo a
Ricardo García Díaz y a
Antonio Fernández Carpio, ilustres lugareños aficionados a la Arqueología, mientras que los
muchachos convertidos en estrellas mediáticas durante un día son retratados como
codiciosos buscadores de tesoros a los que sí parece atribuir el hallazgo de la "Galería de los Cráneos", en la zona más profunda de la cueva. Además, sitúa la visita de los mozos entre un primer reconocimiento realizado por él mismo en compañía de los mencionados Ricardo García y Antonio Fernández en los primeros días de agosto, y un segundo reconocimiento efectuado poco después, durante el que estos tres aficionados a la Arqueología realizaron una excavación.
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Cráneos de la cueva de Los Hornucos (Bol. Soc. Esp. Exc. 1934 / UAB) |
Sea como fuere, el revuelo causado motivó la rápida actuación de la Junta Superior de Excavaciones, que delegó en Luis de Hoyos Sainz la
excavación, aunque finalmente fue
Jesús Carballo el encargado de llevarla a cabo en los meses de septiembre y octubre de
1935. Entre los hallazgos más destacables figuran dos broches de cinturón de bronce, un mango de cuchillo de hueso decorado, un mango de una patena, una cucharilla de bronce, una gran vasija tipo
dolium, fragmentos de TSHT, monedas y diversos objetos metálicos de época tardorromana y visigoda.
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Diario de las excavaciones en Los Hornucos, 1935 (Archivo MUPAC) |
Habrá que esperar a
1936 para que se publique en la prensa un
breve resumen de la campaña de excavaciones de Jesús Carballo, ilustrada con una fotografía. Apareció en el semanario argentino
Caras y Caretas, muy atento en esa época a la actualidad española. La noticia llama la atención sobre el hecho de que no se trata de una cueva de la "Edad de Piedra", sino que los restos aparecidos corresponden a un momento "romano o visigótico".
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Revista Caras y Caretas, mayo de 1936 (BNE) |
Chicos, ¿Por qué los visigodos en Cantabria tenían tanto interés en antropizar las cuevas? Cualquiera diría que hay más "cuevas visigodas" en Cantabria que asentamientos al aire libre.
ResponderEliminarUn saludo y ánimo como siempre. Un abrazo.
Realmente, en Cantabria hay muchas más cuevas con restos de esa época que asentamientos al aire libre. De hecho, de estos últimos apenas hay (las tres necrópolis del sur, San Andrés de Rasines, La Puente del Valle, quizá Riclones y Cueto Marín, y para de contar) y, por distintas causas, ninguno ha sido objeto de excavaciones en extensión que hayan permitido ir más allá de su mera identificación (que no es poco, ojo). Esa situación es debida a que las cuevas han sido muy exploradas y a que es más fácil localizar ese tipo de restos en su interior que al aire libre. En cualquier caso, el interés de los pobladores de Cantabria de época visigoda por las cuevas parece haber sido, en la inmensa mayoría de los casos, únicamente funerario, así que no puede establecerse una comparación con los asentamientos al aire libre. Esas cuevas sepulcrales, por el contrario, de lo que nos informan de manera indirecta es de la presencia de lugares de habitación "normales" (aldeas, granjas, quizá castillos) en sus inmediaciones, lugares en los que residirían tanto los muertos depositados en ellas como quienes se tomaron la enorme molestia de meterlos allí. Localizar esos asentamientos es una de las muchas tareas pendientes de la arqueología altomedieval cántabra, pero se trata de un trabajo muy complicado y que requeriría de un proyecto de investigación muy amplio, con muchos medios y muchas perras (y varios investigadores dedicados a ello). Y, lamentablemente, no parece que eso vaya a suceder en los próximos milenios.
EliminarLástima de cráneos.... y huesos.... ¿o no? ¿están asequibles?
ResponderEliminarLa verdad es que la cantidad de restos humanos recogidos y su conservación llama la atención. Lamentablemente, el material desapareció. Se mencionan "huesos", pero con tanto cráneo no les prestaron atención. Luis de Hoyos Sáinz hizo un estudio "craneológico" (más que antropológico), que era lo que se estilaba en la época. Este año probablemente realicemos una exploración en detalle de la cueva para comprobar, entre otras cosas, si quedan restos humanos en superficie. Si en 1934 y 1935 aparecieron tantos, alguno quedará...
EliminarHuesos mohosos y sosos...
Eliminarno son sosos...
EliminarAdemás de usar las cuevas como nichos funerarios ¿no se te ha ocurrido que a lo mejor andaban huyendo y escondiéndose de algo o de alguien? Es que, ignorantes ellos, desconocían entonces la alianza de civilizaciones.
ResponderEliminarQue yo sepa, al primero que se le ocurrió eso que comentas fue al propio Carballo, cuando excavó en Los Hornucos. Yo también me lo plantee en su momento, pero no me convence como explicación general. Mi opinión es que las cuevas, a lo largo de la Tardoantigüedad y la Edad Media, han tenido usos diversos y quizá uno de ellos haya sido el de refugio ocasional. Sin embargo, no me parece que el registro material de época visigoda que encontramos en la mayor parte de ellas se corresponda con la huella de una ocupación esporádica (de foráneos o paisanos ocultándose de los árabo-bereberes invasores). Aparecen demasiadas cosas, significativamente objetos de adorno personal, que no se pierden fácilmente y que sólo se amortizan con el paso de muchos años. A lo que hay que sumar algunas otras objeciones sobre las que no me voy a extender aquí: la escasa (o nula, si es que la capitulación se hizo por pacto) presencia de invasores musulmanes en Cantabria; la ausencia de evidencia de abandono de los lugares de hábitat, de la que tenemos indicios indirectos a partir de la constatación del uso aparentemente ininterrumpido de las tres necrópolis de esta época estudiadas en el sur de Cantabria (Santa María de Hito, El Conventón y Retortillo); el hecho de que estas cuevas no sean sitios especialmente escondidos y remotos; y el hecho de que, en los casos mejor estudiados, ese uso de las cuevas en época visigoda sea funerario y que su comienzo, muy restringido en el tiempo, se sitúe sin ningún género de dudas y gracias al radiocarbono, en el siglo VII d. de C., antes por tanto del año 711.
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