"Mulier si grana arserit ubi mortuus est homo pro sanitate viventium I annum poeniteat" ("Si una mujer quemase granos donde hay un hombre muerto para [garantizar] la salud de los vivos, cumplirá un año de penitencia").
Esta cita, extraída del Penitencial de Silos (de finales del siglo X), nos ilustra acerca de una costumbre de origen pagano relacionada con los muertos y prohibida por la Iglesia ya desde la Alta Edad Media: la quema de granos de cereal en presencia de cadáveres, con el fin de asegurar el bienestar de los vivos, en lo que parece un claro ejemplo de práctica necrofóbica. Su existencia está recogida en algunos penitenciales británicos del siglo VII, aunque las copias que han llegado hasta nosotros sean del XI. Las referencias a ella en el llamado Scriftboc, falsamente atribuido a Egberto, y en el de Theodoro (ambos pueden leerse en esta magnífica página, de la que he sacado las citas y las traducciones al inglés actual) son las siguientes:
"Whoever burns grain in a place where a man died in order to give health to living men and to the house, he is to fast five years" ("Quien queme granos en un sitio donde haya muerto un hombre para conseguir salud para los vivos y la casa tiene que penar cinco años").
"Whoever burns corn for the health of the living where dead men are buried must fast for seven years" ("Quien queme grano para [garantizar] la salud de los vivos donde está enterrado un hombre muerto debe penar por siete años").
Terminaré el repaso (no exhaustivo) a las referencias a esta curiosa práctica con los decretos de Burcardo de Worms (he sacado la cita de este interesantísimo artículo de César Raña Dafonte), autor alemán a caballo entre los siglos X y XI que utiliza la mayor parte de los penitenciales anteriores a su época y que también recoge la costumbre:
"(...) vel incendisti grana ubi mortuus homo erat (...)?" ("¿(...) o quemaste granos donde había un hombre muerto (...)?"
Como podemos ver, quemar granos donde había cadáveres para garantizar el bienestar de los vivos (¿impidiendo ritualmente a aquéllos volver para hacer daño a estos?) parece haber sido una costumbre bastante extendida en Europa occidental durante la Alta Edad Media. De los territorios anglosajones en el siglo VII a la Castilla o la Renania a finales del X, esta práctica de origen precristiano era perseguida por la Iglesia, que la incluía entre las costumbres relacionadas con el paganismo, la magia y la adivinación (que venían a ser manifestaciones de un mismo fondo "diabólico", por supuesto).
Granos de trigo carbonizados en la cueva de Las Penas (Mortera, Piélagos) (Fotografía: Serna y Valle)
En ambos casos, los restos de grano quemados parecen haber estado asociados a los cadáveres, aunque las condiciones de conservación de los huesos humanos en ambos casos (desarticulados y desplazados en gran parte de su posición original por efecto del agua y/o de la acción de diversos animales) impiden realizar mayores precisiones. Uno de los granos de trigo de Las Penas fue fechado por Carbono 14 AMS, arrojando una fecha de 1250 ± 30, que, calibrada a 2 sigmas, se sitúa entre mediados del siglo VII y mediados del IX; aunque centrada en el VIII. Esta fecha parece ligeramente más tardía que las otras tres obtenidas en la cavidad (todas ellas pueden verse en la publicación de la intervención arqueológica, dirigida por Ángeles Valle, aquí), por lo que quizá pudiera ser algo posterior al depósito de los muertos en su interior; aunque los márgenes de error de todas ellas se solapan, no permitiendo ir más allá en ese sentido. De ser así y haber sido quemado cierto tiempo después de haber dejado allí los muertos, habría que relacionar este trigo carbonizado con otra curiosa costumbre detectada en ese yacimiento y de la que trataré con más detalle en una futura entrega de T(M)WD. De momento, sólo diré que pensar en ello me levanta cierto dolor de cabeza...
En cuanto al cereal carbonizado de Riocueva, como aún está en estudio no comentaré ahora aquí gran cosa. Únicamente, creo necesario insistir en que su propia existencia en ese contexto lo relaciona de forma clara con el ejemplo anterior y permite explicar ambos como manifestaciones del ritual atestiguado por esas fuentes escritas medievales de las que hemos hablado más arriba.
Restos de cereal carbonizado procedentes de la cueva de Riocueva (Hoznayo, Entrambasaguas)
El siguiente paso obligado consiste en tratar de encontrar restos equivalentes en otros yacimientos similares. Aunque la cosa será complicada, dado su estado de conservación o la antigüedad de las intervenciones realizadas y la parquedad de los datos publicados, ya puedo adelantar un dato que dejé caer en la entrada sobre los fragmentos de molino de la cueva de Los Hornucos (Suano, Campoo de Suso). Cuenta Carballo en su publicación que "En uno de los primeros anchurones de la gruta, llamado por los obreros el cenizal, a mano derecha y sobre la estalagmita, existe una gran cantidad de trigo carbonizado, que gracias a esto se conserva todavía bien: todo induce a suponer que allí cocinaron, pues abundan los vestigios de fuego" (Carballo, 1935: 245). Con la obligada prudencia, pues no sabemos nada más acerca de ese curioso hallazgo (ni siquiera si se conserva o no, ni, por supuesto, cuál es su cronología; pues ese tipo de hallazgos tampoco son infrecuentes en contextos en cueva de la Prehistoria Reciente), resulta imposible no pensar en lo que acabamos de ver, en los restos muy similares de Las Penas o Riocueva. El ilustre prehistoriador y arqueólogo pensó, al tener noticia de esos materiales, que eran vestigios de algún tipo de actividad culinaria. Sin embargo, ahora sabemos que existe la posibilidad de que haya que interpretarlos en el marco de actividades rituales altomedievales relacionadas con los muertos (y la asociación de ese trigo quemado con restos de hogueras en una zona interior de la cueva, tal y como expone Carballo, podría ser un indicador fiable en ese sentido). En cualquier caso, sólo una datación absoluta de alguno de esos granos, si es que todavía existen, permitirá aclarar esas dudas.
Llegados a este punto, queridos y astutos lectores del blog, toca recapitular. Ya sabéis: si no queréis enfadar a los muertos, llevad siempre un puñado de grano, alguna sustancia inflamable y un chisquero en la faltriquera. Y estad dispuestos a hacer algo de humo donde repose un cadáver. No cuesta tanto y se asegura uno bienestar y salud para él y los suyos...
El tema da para mucho más, pero tendréis que esperar a mi tesis doctoral (si es que la escribo algún día, que esa es otra...) para profundizar en él. O eso o investigarlo por vuestra cuenta, por supuesto.
No me seas y ponte ya con esa Tesis que estoy deseando ver la película entera con sus secuelas.
ResponderEliminarEn primer lugar, me haría falta un mecenas que me sufragase la aventura y me permitiera dedicarme a ella al 100% (¿te animas tú, que tienes la viga doblada de tanta pasta que has ganado como arqueólogo y escondes en ella?). Y en segundo, que alguien convenciese a mi hija de que la tesis es algo importante para su padre, porque no acaba de verlo y se niega a darme tregua. Como ninguna de las dos cosas va a pasar, ando echando cuentas y planificando calendarios para ver si va a ser posible (ahora las tesis están "baratitas", como las "tesinas" de Máster, así que por ese lado la perspectiva mejora bastante) y me he puesto de plazo hasta mediados de Septiembre para decidirme. Aprovecharé mis vacaciones para reflexionar sobre ello.
Eliminar[En realidad, todo esto es para hacerme de rogar y que me animen y me digan lo guapo que soy y lo bien que lo hago. La vanidad, que me puede...]
Ja, ja,ja. Pues ya somos dos (en cuanto a lo de plantear la tesis, sólo que yo voy a intentarlo antes de que aparezcan bebés acaparadores....).
EliminarAnda, señor, si nos van a salir unas cosillas tan monas que te va a ser imposible no hacerla (una que es optimista , ;-))