Igual que El Soplao tiene su "territorio" ("Territorio Soplao"), Riocueva también lo tiene. Bueno, en realidad no lo tiene (nadie se lo ha dado por decreto, como en el caso de la joya turística del occidente cántabro), pero no nos gusta ser menos que nadie, así que vamos a dárselo nosotros. El concepto viene a ser el mismo: un territorio alrededor del yacimiento, con límites elásticos que se estiran según convenga (sólo así pudo anunciarse al mundo la aparición del famoso yacimiento de ámbar en El Soplao cuando, en realidad, estaba en Rábago, a varios km de la cavidad) y del que los responsables de la intervención en Riocueva seríamos dueños y señores absolutos (al menos desde el punto de vista arqueológico).
Ahora en serio. En estas dos entradas voy a hablar de dos yacimientos (Cueto Marín y Elechino o Pico Vizmaya) que se encuentran en el entorno inmediato de Riocueva y que pudieran estar relacionados con el uso funerario de la cueva en los siglos VII-VIII d. de C. Hay un tercero que lo está de forma indiscutible (La Garma), pero del que ya hemos hablado largo y tendido en el blog. Además, no nos dejarían incluirlo en el "Territorio Riocueva" y quedarnos con él por la jeta ("sólo" es patrimonio mundial de la Unesco y uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo). Y tampoco queremos estropear las excelentes relaciones que tenemos con sus dos máximos responsables y con algunos miembros de su equipo investigador que también colaboran con nosotros y nuestro proyecto. Dejaremos, pues, fuera a La Garma. De momento...
Situado a unos 2,5 km en línea recta de Riocueva, el alto de Cueto Marín es el extremo más meridional de una suave sierra que se inicia muy cerca de la ladera en cuya parte inferior se abre la boca de la cueva, y se desarrolla desde allí, de forma casi rectilínea, en dirección noroeste-sureste. El emplazamiento se vio gravemente afectado por las obras de construcción de la Autovía del Cantábrico, que se llevaron por delante una parte importante de su superficie (la situada más al sur). También la construcción de un chalet en la zona inmediata al talud de la Autovía ha debido influir negativamente en la conservación del yacimiento, cuya extensión y características se desconocen.
Localización de Riocueva y Cueto Marín en una fotografía satélite en 3D de la zona en Entrambasaguas (Fuente: Apple Maps)
Al frente, a la izquierda de la Autovía, el extremo meridional de Cueto Marín
Éste fue descubierto por el CAEAP a finales de los años 80, paradójicamente gracias a las obras de la Autovía, que no contaron con seguimiento arqueológico en ese punto. En los taludes de la obra se localizaron (junto a algunos materiales líticos de cronología prehistórica que no vienen al caso en este momento) tres fragmentos de cerámica: dos fragmentos de fondos y un galbo decorado. También se documentó la existencia de una estructura cortada por las obras: una cubeta con las paredes rubefactadas y el suelo cubierto de restos de carbón.
Materiales cerámicos de Cueto Marín (según Serna et alii, 1996)
Los fondos, de pastas groseras, parecen corresponder a ollas de cerámica común; mientras que el fragmento decorado, con líneas rectas y onduladas incisas, a la parte superior del cuerpo de algún recipiente de ese mismo tipo. Por sus similitudes con restos procedentes de varias cuevas cántabras (entre ellas, Riocueva) en un principio fueron atribuidas a la Edad del Hierro, ya que por aquel entonces se pensaba que ese tipo de ollas de "perfil en S", con decoración a base de líneas onduladas incisas (y/o dientes de lobo) en muchos casos, eran de cronología protohistórica. Sin embargo, hoy se sabe que ese tipo de recipientes han de fecharse en la transición entre el mundo antiguo y la Alta Edad Media, entre los siglos V y VIII d. de C., aunque con algunas perduraciones más allá de esa última centuria.
Vista interior del fondo nº 1
Vista de perfil del fondo nº 2
Imagen del fragmento decorado
En cuanto a la estructura seccionada, fue interpretada como una posible carbonera, dadas sus características formales. También cabe la posibilidad de que se trate de un silo o depósito subterráneo de cereal (en algunos casos ese tipo de estructuras excavadas presentan paredes rubefactadas, ya que son sometidas a la acción del fuego para conseguir un mejor aislamiento y/o consistencia), aunque el hecho de que, según sus descubridores, tuviera un tamaño considerable y la presencia de carbones en su interior abogarían por la primera opción señalada.
De todo lo (poquísimo) que conocemos del entorno de Riocueva en la Tardoantigüedad y/o la Alta Edad Media, Cueto Marín es el lugar que cuenta con más posibilidades de haber albergado algún tipo de hábitat en esos siglos. Es cierto que los indicios son escasos, pero es lo mejor que tenemos por el momento. Puede que se tratase de una aldea (con su cementerio, ¿os imagináis?) o de algún establecimiento menor, de tipo granja. Y de haber estado habitado durante los siglos VII-VIII d. de C. su importancia sería enorme para poder conocer más sobre la gente enterrada en Riocueva y sobre el propio contexto funerario de la cavidad: si ir más lejos, sobre los porqués y los cómos de la elección de la gruta como lugar de depósito de (algunos) cadáveres. De momento el argumento para relacionar ambos yacimientos es más que endeble y se sustenta, únicamente, en las similitudes formales y tecnológicas de las cerámicas procedentes de los dos. Sería necesaria una prospección intensiva de Cueto Marín (rezando mucho para que quede algo tras el paso de la Autovía por encima) y, conociendo cómo de desagradecido es el suelo en Cantabria, excavar algunos sondeos en la zona en busca de posibles estructuras. Como eso de momento no va a suceder (está la cosa como para meterse en nuevos proyectos arqueológicos...), habrá que conformarse con alguna actuación menor: con un examen ceramológico que trate de discernir si se trata del mismo tipo de producciones y, si nos toca la lotería o aparece algún mecenas desprendido, con una datación por Termoluminiscencia de alguno de los fragmentos de Cueto Marín (el conjunto de Riocueva está bastante bien datado, tanto de forma directa por TL como indirecta mediante los análisis de C14 realizados sobre los restos humanos a los que acompañaba).
Y para terminar, una curiosidad toponímica: como puede verse arriba, la cima situada inmediatamente al norte de Cueto Marín (en realidad, la cima de la elevación a la que pertenece éste) aparece en el plano 1:25.000 del Instituto Geográfico Nacional con el nombre de "Alto de Mijares" (y junto a él, un poco más al norte, hay un "Santa María" más que sugerente). Es decir, que se trata de una zona en la que se cultivó mijo, probablemente desde la Edad Media hasta su sustitución por el maíz en los siglos XVI-XVII. ¿Y qué cereal, junto al panizo y fechado por C14 en época visigoda, ha aparecido carbonizado en Riocueva? Pues eso. Será una casualidad. O no.
Mi pregunta es la siguiente (que tal vez, sean la gente del CAEAP los que quizás puedan responder): ¿Cabe la posibilidad que la cubeta rubefactada se tratara de un horno de reducción de mineral de hierro o similar?.
ResponderEliminarNo obstante, existe una disparidad formal clara entre un silo y una carbonera.
Pues es una buena observación, la verdad: podría ser algo parecido a lo de Bagoeta (o a lo de Riclones, que tú conoces mejor). No sé si el corte seguirá siendo visible, pero habrá que darse una vuelta por allí (sin "animus prospectandi", por supuesto) algún día, durante la campaña (si finalmente la hay, que hasta que no lo vea...)
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