Decíamos ayer que la piedra labrada situada en el dintel de la ermita vizcaína de Santimamiñe tiene un buen paralelo en la iglesia lebaniega de Santa María de Lebeña (como puede observarse fácilmente en la imagen inferior). Y decía también que no creo que se trate de estelas funerarias (como dicen la literatura científica reciente en el caso vasco y "la voz de la calle" en el cántabro), sino de otra cosa. Y con la pregunta ("entonces, ¿qué diantres son?") en el aire y la promesa de responderla terminaba la anterior entrada. Así que ha llegado el momento de ir al lío y tratar de dar una explicación alternativa a la presencia de tan curiosos relieves en esos dos templos cristianos de origen altomedieval.
"No existe constancia documental de la ubicación primitiva de esta obra, pero posiblemente se encontrase entre los dos pilares de la nave central más cercanos al presbiterio, a modo de cancel de iconostasio, elemento característico del rito mozárabe que separaba las naves (espacio dedicado a los fieles, penitentes y catecúmenos) del presbiterio (reservado a los monjes o clérigos, en el caso de Lebeña), en los templos paleocristianos y prerrománicos (...) Por consiguiente y para aclarar la controversia que ha suscitado esta pieza en torno a su origen (celta, tardorromano...) y cronología, consideramos que se trata de un cancel del propio templo, realizado en la misma época que la iglesia, es decir, a principios del siglo X"
Así que, según Campuzano, lo de Lebeña (y también lo de Santimamiñe, añado yo) es una placa de cancel. ¿Y qué es un cancel? Pues, como también dice ese mismo autor, un elemento que separaba la nave (donde se congregaban los fieles) del presbiterio (la zona "noble" y más cercana al altar, reservada a los clérigos) en las iglesias tardoantiguas y altomedievales. Uno de los mejores ejemplos que he encontrado por ahí (y que viene muy al caso por la cercanía geográfica y cronológica) es el de la iglesia asturiana del siglo IX de Santa Cristina de Lena (que vemos en la foto de aquí abajo), con sus dos placas de cancel y su barrotera central, que suelen interpretarse como piezas de época visigoda reutilizadas.
Fotografía tomada de aquí
Y esta conexión visigótico-asturiana tan bien traída me sirve para empezar a buscar paralelos para las presuntas placas de cancel de Lebeña y Santimamiñe entre piezas de esos orígenes y cronologías: hispanovisigodas de los siglos VII-VIII y asturianas y "mozárabes" de los siglos IX-X. Como no son muchos los restos de canceles de esas épocas no me ha resultado muy difícil hacerlo y he podido llegar de forma relativamente rápida a una primera conclusión: que no hay paralelos. Los canceles conocidos en la Península en esos dos periodos no tienen nada que ver con las placas que nos ocupan en estas dos entradas. De hecho, ni siquiera guardan un mínimo parecido, aunque algunos de los motivos que las decoran sí que lo hagan. El ejemplo de Lena habla por sí solo, así que tampoco ilustraré demasiado el asunto. Sólo un par de ejemplos más:
Cancel de época visigoda de la basílica de Recópolis (Zorita de los Canes, Guadalajara). Foto sacada de aquí
Fragmento de cancel "mozárabe" de San Miguel de Escalada (León). Foto tomada de acá
No habiendo canceles parecidos en Hispania, tocaba buscar motivos semejantes. U otro tipo de objetos en los que apreciar una composición similar, con un círculo decorado central y otros a los lados y/o esquinas. Podemos encontrar un buen ejemplo de lo primero en un pie de altar procedente de Sevilla (de cronología incierta, que oscila entre lo "visigodo" y lo "prerrománico", así en genérico, aunque detalles como el tipo de cruz hacen que me decante por la primera), en cuyas caras vemos un círculo radiado muy similar al que preside las placas de Lebeña y Santimamiñe (con cuatro pequeñas rosetas flanqueándolo, por cierto) y otros motivos geométrico-vegetales inscritos en circunferencias que también se dan cierto aire a los de la primera.
Y en cuanto a la composición, de nuevo en Andalucía y de nuevo dos piezas (gemelas) de cronología incierta (aunque todo apunta a que también son de época visigoda): estos dos ladrillos decorados a molde procedentes de la Mezquita de Córdoba (hay otro idéntico en Sevilla, por cierto)
Y poco (o nada) más. Una mirada rápida al norte de los Pirineos tampoco me aportó ninguna información relevante, más allá de constatar que por allí las placas de cancel tampoco se parecían a las de Santimamiñe y Lebeña. Ni las de época merovingia, ni las carolingias.
Placas y otros elementos de cancel de época merovingia de Metz (foto sacada de aquí)
Placa de cancel de época carolingia, reutilizada en el frontal del altar, de la abadía de Fleury (foto cogida de aquí)
Llegado a este punto tocaba poner el foco en el Mediterráneo. Y en eso andaba cuando vinieron a mi memoria una serie de piezas que había visto hace varios años en algún artículo sobre arte y arquitectura bizantinos y que ya entonces me llamaron la atención, precisamente por su remoto parecido con la placa de Lebeña. Son éstas:
Placa procedente de Makrinitsa (Grecia) (Imagen: Miles, 1964)
Placa de cancel procedente de Nicosia (Chipre) (Imagen: Megaw, 1974)
Las diferencias con las nuestras son más que evidentes (el rombo o losange, los nudos), pero, si nos fijamos bien, veremos que sí que hay al menos un par de cosas en común: los motivos circulares con decoraciones geométricas y/o religiosas (radios curvos, rosáceas y multipétalas variadas, cruces) y su disposición (con la presencia de uno central de mayor tamaño y cuatro menores, uno en cada esquina). Estas placas bizantinas, que muchas veces eran de mármol blanco, formaban parte de una estructura similar al cancel (templon) y que, con el tiempo, daría paso al iconostasio característico de las iglesias orientales. En algunas iglesias de Grecia aún se conservan en su posición original, como puede apreciarse en la siguiente imagen:
Interior de la iglesia de Agios Eleftherios (Atenas) (Imagen tomada de aquí)
En cuanto a su cronología, en todos los casos que he podido consultar este tipo de piezas (y las iglesias que las albergan o albergaban) se fechan en torno a los siglos X-XI (quizá en algún caso podrían llevarse a finales del IX, aunque sólo he encontrado indicios poco sólidos al respecto). Se trata, sin duda, de los mejores paralelos (tanto estéticos como funcionales) que he podido encontrar.
Y vamos terminando. En mi opinión hay dos opciones principales para encuadrar históricamente las dos placas de las que vengo tratando. La primera nos llevaría a época visigoda, a los siglos VI-VII. La fase tardoantigua de la necrópolis de Santimamiñe podría indicar que la iglesia, que ha perdurado hasta nuestros días, ya existía entonces (aunque también podría tratarse de un cementerio
en plein champ al que luego se le añadió un templo). En el caso de Lebeña tendríamos que hipotétizar con un edificio anterior (que pudo estar en el origen del que ahora conocemos) del que procedería la pieza, reutilizada. Hemos visto que los motivos que adornan ambas placas ya están presentes en esos momentos en otras zonas de la Península, aunque para que la explicación fuera mínimamente sólida habría que asumir que tanto Vizcaya como Liébana pertenecían entonces a un mismo mundo cultural (¿y político?). Por lo que sabemos hasta ahora no parece que esto último fuese así, al menos en lo que se refiere a la cultura material: ya hemos visto en la entrada anterior las peculiaridades de algunos de los materiales recuperados en Santimamiñe (y su relación con otros de la zona vasco-navarra y, en algunos casos, con territorios al norte de los Pirineos), materiales que, de momento, están ausentes (salvo contadas excepciones) en el registro arqueológico cántabro de época visigoda (en
este video se explica con cierto detalle). Y una hipotética expansión cantábrica de costumbres (y decoraciones) norpirenaicas que hubiera dado lugar a la presencia de esas piezas en esos dos lugares carece hasta el momento de base, ya que no parece que ese tipo de canceles, con esa decoración, existan en los territorios franco-aquitanos (o al menos yo no he dado con ellos).
La segunda (que es con la que me quedaría yo si tuviera que apostar), a los siglos VIII-X, cuando tanto Liébana como Vizcaya formaban parte (en mayor o menor medida) del Reino de Asturias-León. En ese momento sí existe una "unidad" política que podría explicar la difusión de unos mismos motivos decorativos asociados a lugares de culto (que, en muchos casos, sabemos que fueron levantados por miembros de las elites locales bien relacionados con los distintos monarcas, cuando no directamente patrocinados por éstos). Sin embargo, y aunque algunos de esos motivos presentes en ambas placas sí que aparecen en el arte asturiano y en el mozárabe (los estilos que se desarrollan en esos siglos), no encontramos en ellos canceles ni siquiera lejanamente parecidos a los de Santimamiñe y Lebeña. Canceles (ligeramente) parecidos que, como hemos visto, sí que proliferan en el otro extremo del mundo mediterráneo en los siglos X y XI. No conviene olvidar que es precisamente a comienzos del siglo X cuando parece que se construye Santa María de Lebeña, en cuya fábrica existen elementos (los modillones de rollos) con decoraciones muy similares a la de la placa de cancel (que formaría parte del edificio original, según propuso ya Campuzano en el párrafo citado más arriba). ¿Quiere todo ello decir que existe algún tipo de conexión entre las placas de cancel bizantinas del siglo X y estas dos del norte de la Península Ibérica? Aunque no estoy en condiciones de dar una respuesta, yo diría que directa no (la distancia es enorme entre ambos mundos en esas fechas), pero se me ocurre, para salir del paso, que quizá exista un "eslabón perdido", una (o varias) pieza(s) de la que deriven todas las demás. Quizá algún lector más versado en estos temas pueda arrojar algo de luz sobre este asunto. Yo, de momento, lo dejo aquí. El viaje ha sido largo y por el camino hemos convertido una supuesta estela funeraria tardoantigua de inspiración norpirenaica en una placa de cancel de cronología incierta (aunque probablemente del siglo X) con una hermana gemela (o, mejor, melliza) en Liébana y unas primas lejanas (geográficamente hablando) en Grecia, Turquía y Chipre.