Hace un par de semanas
anunciábamos el final de la campaña de excavaciones en Riocueva, pero eso no quiere decir que hayan terminado nuestras
visitas a la cueva. Hemos dejado algunos flecos que nos han obligado a volver un par de veces más y todavía regresaremos una vez o dos. ¿El motivo?
La criba. Es lo que tiene no haber llevado las tareas al día...
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Aplicándose en la tediosa labor de cribado |
No es la primera vez que le dedicamos
sesiones monográficas a esta noble tarea en previsión de la llegada del mal tiempo, que tardó, pero llegó. Por fortuna, en los últimos días ha dejado de llover y las nubes han dado paso a cielos despejados, acompañados hoy de una tremenda helada. Pero a nosotros con que no caiga agua nos vale. En el rincón destinado a cribar a veces
no se sabe si hace sol o está nublado, si ha amanecido ya o está atardeciendo. Mejor, así uno se concentra en la criba y se avanza mucho más. Tanto que entre el viernes y hoy nos hemos "ventilado" tres docenas de bolsas como mínimo. Ya sólo queda una
pequeña montaña en el vestíbulo. Poca cosa en comparación con el negro horizonte que se nos presentaba a mediados de noviembre. Además, como
excavamos con mucho mimo y gran atención, en la criba no aparece casi nada, lo que convierte cada sesión en un continuo balanceo de tierra sin demasiados resultados. Algunos huesos, algunos fragmentos de cerámica... un objeto metálico, con un poco de suerte. Poca cosa, en general. Con algo de suerte, la semana que viene terminamos con la labor y nos concentramos en
otros procesos post-excavación de los que daremos cumplidas noticias.
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