Han pasado más de tres meses desde la última entrada en el
blog. Sin duda, algunos de los lectores habituales habrán pensado que se acabó,
que hasta aquí habíamos llegado. No es exactamente así, pero lo cierto es que
este largo y cálido verano marca un punto de inflexión en la historia de esta
aventura en Internet. Aún no va a desaparecer (aunque ese momento, obviamente,
cada vez está más cerca) pero sí va a haber cambios importantes. Bueno, un
cambio importante: menos entradas y más espaciadas en el tiempo. Nuestras
ajetreadas vidas laborales, familiares e investigadoras (en lo sentimental, por
el contrario, somos gente bastante aburrida) y los varios compromisos editoriales y académicos que arrastramos
nos obligan a ello. Y además, las redes sociales nos permiten dar salida a
determinadas noticias sin que pasen por aquí. Oh tempora, oh mores y tal.
Durante todo este tiempo hemos hecho un montón de cosas. Y
algunas de ellas incluso se pueden contar. Hemos estado (y seguimos) enfrascados
en dos actuaciones arqueológicas relacionadas con dos ya más que probables
escenarios de las Guerras Cántabras. En ellas, dirigidas por el propio Enrique
y por Eduardo Peralta, respectivamente, no participamos como Proyecto Mauranus,
sino como AGGER (junto a Rafa Bolado, como toca). Aún es pronto para avanzar
resultados, pero sí podemos contar que en ambos casos hemos confirmado las
atribuciones cronológicas y funcionales que habíamos planteado en el momento de su descubrimiento. Y que los dos sitios se van a hacer un hueco, ya veremos
cómo de importante (aunque parece que bastante), en el panorama arqueológico cántabro.
Y además, de regalo,
estamos documentando el escenario de uno de los últimos combates de la Batalla
de Santander, librado entre tropas del CTV italiano y fuerzas de las divisiones
53, 55 o 48 del Ejército del Norte Republicano el 23 o el 24 de Agosto de 1937.
También hemos ido terminando algunos artículos (mea culpa
por los retrasos, mea y sólo mea) y tenemos otros a punto de acabar, unos en
colaboración con otros investigadores, otros sólo nuestros. En ellos tratamos
temas variopintos, aunque no del todo nuevos para nosotros: guarniciones de
cinturón de los siglos IX-X, los carbones de Riocueva, las fortificaciones de
la Guerra Civil en la zona atlántica de Cantabria, ganchos de huso de época
visigoda… Especialmente gratificante ha sido la redacción de uno en concreto,
destinado al número XX de la revista de arqueología Sautuola y acerca de las
aportaciones de nuestro proyecto a la arqueología altomedieval de Cantabria
(y más allá). Y a todo ellos hay que sumar alguna que otra corrección de
pruebas de imprenta de trabajos que están a punto de salir. E incluso una
participación, con un trabajo sobre las excavaciones en Riocueva, en un libro editado por ADIC.
No acaba ahí la cosa académica, pues, junto al ya mencionado
Rafael Bolado y en colaboración con la federación Acanto, estamos preparando la
edición de un libro homenaje a nuestro querido Alberto Gómez Castanedo, fallecido
el verano pasado (y cuya ausencia me sigue pesando como una losa, a pesar del tiempo transcurrido). Se trata de un volumen que recogerá artículos, relacionados
con el mundo de la historia, la arqueología y la antropología, de un buen
número de investigadores y amigos de Berto y que verá la luz, si todo va como
tiene que ir, el año que viene. Por si todo ello si fuera poco, también estamos preparando
un par de libros. Y yo pretendo redactar mi tesis un mes de éstos o de aquéllos.
Es posible que algunas de estas cosas (y otras que me callo) originen algunas entradas en el blog en los meses venideros. También que las
haya de asuntos que nada tienen que ver con todo esto y que vayan surgiendo. O
no. En cualquier caso, nosotros seguimos. A otro ritmo, pero seguimos.
Una suerte tener de nuevo noticias vuestras, y aunque se eche de menos más "material" es comprensible que tengais que dedicaros a otros menesteres. Así que esperaremos ansiosos los frutos de ese nuevo proyecto, AGGER,
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